Athenea Digital. número 9- primavera 2006

Mendoza García, Jorge; González Pérez, Marco Antonio (2004) (Coord.)
Enfoques Contemporáneos de la Psicología Social en México: De su génesis a la ciberpsicología. México, Tecnológico de Monterrey/Miguel Ángel Porrúa.
ISBN 970-701-503-9



Jahir Navalles Gómez

Universidad Autónoma de Querétaro, México
mailto:jnavalleg@terra.com.mx

 

Ante la poca, si no es que nula, presencia de textos de este tipo, uno se congratula porque aparezcan en las librerías y en los estantes de los cubículos universitarios, en las bibliotecas o como una lectura “de diario”, ensayos –algunos más disciplinares que otros- sobre –en alusión a- la vida colectiva, bosquejada en sus más diversos elementos. Eso ocurrecuando se comienza a hojear Enfoques Contemporáneos de la Psicología Social en México: De su génesis a la cibercultura, un libro que recopila pensamientos y reflexiones que, siendo de lo más variadas, abordan la realidad social, proponiendo ejercicios tanto metodológicos como conceptuales, heurísticos y narrativos, debatiendo a su vez sobre la propia historia disciplinar y sobre algunas nociones que podrían resultar “nuevas” pero que ya se habrían argumentado con bastante tiempo.

Más que un vistazo…

Eso es lo que se necesita para poder señalar qué es lo que los autores de Enfoques Contemporáneos… pretenden decir, y para ello habrá primero que ubicarlos, aparecen –y sin seguir ningún orden de importancia, aparición o jerarquía académica (a todos se les aprecia y respeta por igual)- Martín Mora (de la U de G), María de la Luz Javiedes (de la UNAM), Angélica Bautista (de la UAM-I), Claudette Dudet (UNAM), Pablo Fernández Christlieb (UNAM), Salvador Iván Rodríguez Preciado (ITESO, presentando un apartado de sutesis doctoral), más los coordinadores González Pérez (ITESM, Edo de México) y Mendoza García (en la actualidad en la UPN). Pero lo que aquí más bien prevalece son, más que sus nombres, sus argumentos develados, para lo cual bien se puede subdividir el ejercicio y esfuerzo colectivo en tres grandes acotaciones, 1.- reflexiones teóricas e históricas; 2.- análisis, prácticas y experiencias psicosociales y, 3.- aproximaciones interdisciplinares. Siendo cada apartado el valuarte de la reflexión que la propia disciplina llamada “psicosocial” habrá aportado, habrá condensado, vanalizado, institucionalizado, renovado, sea a la discusión y crítica del contexto, del conocimiento, de la sociedad.

Lo teórico y lo histórico

Es el texto de Rodríguez Preciado, Anagnórisis: Alborear de la psicología social en México, el que remarca la importancia de la historia de la disciplina en el escenario mexicano, y señala que ésta surgió entre dos senderos, uno, aquel donde las instituciones educativas le dieron cabida, y donde la férrea lucha –dada por el Lic. Ezequiel Chávez- determinó su presencia y dos, aquel otro donde ciertos interesados –tan leídos y perseguidos entonces como históricamente desdeñados ahora- en dar cuenta del carácter del mexicano se propusieron “ensayar” sobre ello. Confirmándose en la propia historia las consecuencias del cuando se institucionaliza un sendero y se acota el pensamiento social, así como la emergencia en la exposición del doble origen de la psicología social, en resumidas cuentas, el texto devela lo que ocurre en diversas latitudes disciplinares, el desdén científico y la resistencia (persistencia) académica ensayística y literaria. Es, a decir del autor, la búsqueda de “una historia que… tendría un pasado y una estirpe olvidadas”.

Y sí de persistencia se habla, y con argumentaciones ésta se sostiene, la reflexión de Pablo Fernández, 1890; 1940; 1990: Metodología de la afectividad colectiva, ilustra todo ello, reintroduciendo con “otra” mirada, tanto el transcurrirde la psicología como de la psicología colectiva, teniendo como “pre-texto” a los afectos, mejor dicho, a la afectividad colectiva, sujeto ideal de estudio de la disciplina y entidad flotante que permite reconocer, recuperar y delimitar el actuar de la sociedad, según él, “la psicología pudo aparecer como ciencia sólo porque estaba interesada en la afectividad; para otra cosa no hubiera tenido ni caso ni hubiera habido lugar”, así, el asociacionismo lo supo pero se entrampó, la psicología de la gestalt lo configuró pero la malinterpretaron y para finales del pasado siglo lo que sucedió fue que la psicología colectiva se puso a teorizar sobre ello, pero al ser una psicología “antigua”, le sucedió lo mismo que a todoaquello que compartiera esa “categoría”, se le apartó de la reflexión y sin embargo permaneció, porque lo que siempre ha sucedido es que de lo que se trata en psicología, desde la psicología colectiva, es reencontrar una forma, esto es, la forma misma de la sociedad.

Y en el afán irredento por delimitar la esencia de la sociedad aparecen las actitudes como objeto de estudio ideal de la disciplina psicosocial, modificándose su concepción e incorporándose, a la par de su teorización, las herramientas metodológicas que dieron pauta a su presencia, “hubo época en que saber psicología social significaba adueñarse de este campo de conocimiento. También lo inverso: trabajar la actitud era estar en el centro mismo de la psicología social”, así es como lo comparte Luzma Javiedes en Actitud y Pensamiento, abordando la noción de actitud bajo un insólito rastreo histórico, sumergiéndose en las entrelíneas que tanto los manuales, las revistas y los artículos que hacían referencia al concepto exponían, y a lo que estos trataban, llamándolo actitudes, no era sino al mismo pensamiento social que permitía engarzar estas concepciones. Y así, va ubicando a decir de ciertos estudiosos, como Hovland o Festinger, Allport y Thomas, Greenwald y Katz, la reflexión teórico-metodológica que sobre el pensamiento social se iba bosquejando, volviéndose un imperativo, una necesidad, un recurso disciplinar que, hasta fechas recientes y bajo diversos matices, permean la investigación psicosocial.

El análisis psicosocial de la sociedad

Ciertamente las anteriores son aproximaciones que relatan sobre la propia disciplina su transcurrir, demarcan el sendero que habría seguido y aún aquellos otros que ésta misma fue consolidando. Ahora habrá de dar cuenta del contexto, de poder analizarlo, ejemplificando sobre los sucesos, sobre los actos, sobre una que otra situación, sobre los acontecimientos cotidianos. Tres textos ilustran lo dicho, Sistemas Simbólicos Colectivos: su interpretación afectiva de Angélica Bautista, El Olvido: una aproximación psicosocial de Jorge Mendoza y Cibercultura, Tecnociencia y Poder: de la biopolítica a la antropotécnica con autoría del Dr. Mora, cada uno de ellos siendo críticos, con todas la acepciones que “crítico” pudiera tener, y polémicos en su discurso, es así que en el texto de Angélica Bautista la idea de la comunicación simbólica afectiva es la que es recurrente en la vida cotidiana, y al dar cuenta de ella, se identifica que es uno mismo el que estaría involucrado con aquello que se percibe, que se vive, que se siente, que se transita, y donde pareciera ser que lo que se intenta es alcanzar a leer, con cada vistazo, el halo, el magma, el encanto y desencanto bosquejado por el espíritu colectivo, así es como ella lo acota: “La interpretación afectiva de este paisaje será un sentimiento no traducible en palabras, pero palpable en la atmósfera comunicativa”, ya que sobran las palabras cuando los sentimientos inundan las conciencias.

Valen entonces los ejercicios y las prácticas que conllevan la permanencia o la disolución de los sentimientos, algunas veces siendo tajantes y abruptas, exhaustivas, prepotentes y arrogantes, así es como se enquista el olvido social, así es como se desvanece la memoria colectiva, siendo bajo la argumentación y la ejemplificación desde diversos autores y diversas latitudes que Jorge Mendoza logra configurar la contraparte –en practicas, en procesos, en productos- del recuerdo. Para el autor, olvido y memoria son los extremos de un mismo sendero, aquel que transita la colectividad, aquel que cualquier grupo puede compartir, aquel que una sociedad estaría dispuesto, en sus significados, en sus sentidos, a recobrar. Surge así la imperiosa necesidad por “hacer algo” de dejar de lado pasividades porque, de acuerdo a los ejemplos que dan sustento a su reflexión, la vía para poder sino “vivir feliz” sí para “vivir en paz”, tiene que ver con la necesidad de recordar, para así poder perdonar, y esto significa no olvidar, “los grupos y las colectividades, con memoria de por medio, disputan la interpretación de sucesos pasados a quienes se creen dueños de la versión única sobre ese mismo pasado, y al momento de emerger una visión, una perspectiva, un punto de vista distinto al que opera desde la hegemonía, lo que se planteó en términos de olvido se convierte en una historia debatible, polemizable e interpretable, y ésta a su vez, en tanto pasado controvertible, adquiere la forma que tenía anteriormente en la memoria colectiva”. En conclusión, el pasado es más que Historia, es la memoria –y su constante disputa contra el olvido- de la sociedad.

Resta decir que una forma de describir y analizar lo social, lo proporciona Martín Mora en su texto, y que de primera impresión confirmaría el desentendimiento por lo que acontece en diversas latitudes como consecuencia de la llamada globalización, al contrario, es un profundo análisis cínico de lo que estaría delimitando el actuar social, y la distorsionada lectura hacia aproximaciones como la cibercultura o la tecnociencia, lo que hacen es entrampar el pensamiento social con versiones estereotipadas, con slogans o consignas académicas, con deslegitimaciones de diferentes campos de conocimiento. El texto en una revisión profunda lo que hace es ‘ensalzar lo híbrido’ de la realidad social, acudiendo a ejemplos propios de la vida globalizada pero bajo una reflexión sobre las instancias del poder que condicionan su presencia. El Dr. Mora lo que hace es sustentar y persuadir teóricamente sobre el papel que juega tanto la biopolítica, esto es, ‘el uso del cuerpo’, como la antropotécnica, es decir, ‘la domesticación del ser’, en la configuración de la sociedades postindustriales y su hibridización para poder permanecer con vida.

Psicología social interdisciplinar

Ante la necesidad de reflexionar sobre el papel que juega el conocimiento, aparece el trasfondo del artículo de Claudette Dudet, El Giro Lingüístico en Psicología Social, elaborando así, heurísticamente, una disertación sobre el propio andar de la psicología social. La propuesta de la autora es “mirar a la psicología social como una retórica del pensamiento social, como una sociopsicología del conocimiento”, a partir de lo cual el conocimiento gesta conocimientos, disertaciones, pautas a seguir, discursos críticos sobre la realidad. Lo que la autora hace es primeramente contextualizar a la psicología social como un ‘proceso societal’ (sic), a partir de lo que se ha llamado sociología del conocimiento habría de haber abordado, para dar paso a una tendencia teórica que durante un par de décadas a perneado el conocimiento ‘psicosocial’, esto es, el socioconstruccionismo como un derrotero de crítica y reflexión de las propias pautas del conocimiento de la realidad social. La autora, empata, en su propuesta la disertación de la que ha sido objeto el andar ‘psicosocial’, sea como “conocimiento científico”, sea como “conocimiento ordinario”, “las diversas áreas del saber humano en la construcción de realidades sociales”, en una arriesgada compilación sobre lo que bien ha dado en llamar ‘psicología social-colectiva’.

El contenido del texto de Marco A. González Pérez, Elementos Teóricos para incorporar a la Psicología Social de la Complejidad, encuentra sustento en varios trabajos antecesores, por ejemplo lo dicho por Frederic Munné, George Balandier, Edgar Morin y Juan Soto, postulando coherentemente una psicología social compleja, apegada al estudio de fenómenos políticos, sociológicos y psicosociales, anticipando que éste tipo de reflexiones son ante todo parte de lo que el ámbito disciplinar pudiera hacer para poder abordar problemáticas circundantes, “es evidente que los temas aquí expuestos no agotan el tema de la complejidad en la psicología social”, “se dejan, y no podría ser de otra manera, más preguntas que respuestas: invitaciones para continuarcon la reflexión sobre este nuevo paradigma”, así sirven como una antesala a la reflexión del cómo abordar la realidad social, la actual, la pasada, la que intenta concebir un futuro.

Algo más…

Un trabajo colectivo como éste, expone las diversas vertientes y aproximaciones que algunos psicólogos sociales –de nombre, de oficio, por tradición, por hobbie, o porque “no había más”- del escenario mexicano, marca la pauta para decir que la discusión sobre la disciplina es tan amplia, plural y compleja como sus disertaciones teórico-metodológicas. Claramente se refleja la forma del conocimiento compartido, éste es una “encrucijada” que lo que permite es ver la misma realidad desde diversas perspectivas, distintas miradas, diferentes prioridades y preocupaciones, configurando, tal vez, una misma trinchera.