Pese a que el alcohol es una droga legal, y social, puesto que su consumo no está mal visto socialmente, y es más, su consumo se realiza en reuniones familiares y en momentos de ocio como los fines de semana, es una droga al fin y al cabo, que precisa de un consumo controlado para no convertirse en una sustancia dañina para nuestro organismo. Según datos de la encuesta elaborada por la Agencia AntiDroga de la Comunidad de Madrid, el 43,8 por ciento combina esta sustancia al ocio y a la diversión, concentrando el consumo los fines de semana.

No obstante, en términos absolutos la ingesta ha descendido de forma moderada y el 22 por ciento de los alcohólicos consigue superar la adicción, frente al 3 por ciento de hace ocho años, según ha indicado la Federación de Alcohólicos de Madrid.

Pese a estas optimistas cifras es importante recordar los efectos perjudiciales que tiene el alcohol en madres gestantes, como por ejemplo defectos de nacimiento físicos y mentales. Cada año, nacen bebés con algún grado de daño cerebral relacionado con el alcohol. Si bien la mayoría de las mujeres están conscientes de que el consumo de alcohol en grandes cantidades durante el embarazo puede provocar defectos de nacimiento, muchas no saben que el consumo de alcohol en cantidades moderadas (o incluso bajas) también puede dañar al feto. A su vez el alcohol puede causar infertilidad en aquellas mujeres tratan de quedarse embaraza, según demuestra estudios recientes. Por lo que es recomendable reducir el consumo del mismo.