Revista Electrónica de Salud y Mujer
    Junio 2006  
   
 
  Leucemias, alto índice de curaciones
   
portada RESYM
  Las leucemias son cánceres de la sangre que se caracterizan por la producción y crecimiento incontrolada de células sanguíneas inmaduras. Estas células anormales se origina en la médula ósea e impiden la producción del resto de las células normales. A partir de la médula ósea se disemina a la sangre y a otros tejidos. Las leucemias suponen el tercer cáncer más frecuente en la infancia, del 35-40% de todos los cánceres en esta edad. Hace unos 40 años la mortalidad era muy elevada, sin embargo en la actualidad, gracias a un mayor conocimiento del desarrollo de la enfermedad y de los tratamientos efectivos, el índice de curación llega al 70%. Cada año se producen en nuestro país 4.000 nuevos casos.

Debido a la gran cantidad de células leucémicas, la producción de glóbulos rojos, plaquetas y leucocitos, está disminuida, por lo que no llega oxígeno suficiente al organismo, las hemorragias y las infecciones son frecuentes. En las leucemias agudas los síntomas aparecen precozmente y se agravan con rapidez.

Síntomas anémicos. Palidez, debilidad, fatiga fácil, dificultad para respirar que aumenta con el esfuerzo físico, dolores de cabeza, somnolencia, aumento de la frecuencia cardíaca, irritabilidad, Hemorragias, hematomas. Las células leucémicas situadas en la médula ósea impiden el desarrollo normal de las plaquetas, por lo que no pueden realizar bien su labor de cerrar las heridas. Las hemorragias pueden observarse en cualquier lugar del cuerpo, en especial en la piel y en la mucosa. El sangrado por la nariz es uno de los más habituales; su frecuencia y abundancia suele ser el primer síntoma de consulta.

Fiebre. Una fiebre de varios días de evolución, generalmente acompañada de tos, dolor al tragar o abdominal es otro de los motivos frecuentes de consulta. Síntomas tumorales. Al infiltrarse la sangre con células leucémicas en determinados órganos va a producir distintos síntomas, según se infiltren en el hígado, bazo, ganglios, genitales... Hasta un 30% de los pacientes presenta dolores articulares intensos. Si el que está afectado es el sistema nervioso central, los síntomas más predominantes son vómitos, dolor de cabeza, y parálisis de algunos nervios. Entre un 10 y un 20% ve aumentado el tamaño de los genitales, pero sin producir dolor. El ovario es poco frecuente que se vea afectado.

La leucemia puede afectar a las células principales de los glóbulos blancos, las células linfoides o mieloides, de ahí que haya diferentes enfermedades, leucemias linfoblásticas, en niño o en adulto; leucemias mieloides, aguada y crónica, leucemia linfática...

En las leucemias agudas las células sanguíneas anómalas son células muy inmaduras, llamadas blastos, que no pueden llevar a cabo sus funciones normales. La cantidad de blastos aumenta de forma rápida, por lo que se producen múltiples síntomas con rapidez, fiebre, escalofríos, debilidad y fatiga, infecciones frecuentes, pérdida de peso y de apetito, aumento de los ganglios linfáticos, hígado o bazo, hemorragias nasales, encías inflamadas o sangrantes, excesiva sudoración sobre todo por la noche, dolores articulares...

En las leucemias crónicas también se detecta la presencia de blastos, pero generalmente se trata de células más maduras y pueden llevar a cabo algunas de sus funciones normales, por lo que la evolución de la enfermedad es más lenta y pude permanecer sin síntomas durante mucho tiempo. Estos pacientes pueden no requerir un tratamiento inmediato, pero deben someterse a controles periódicos para detectar un posible progreso de la enfermedad. En cambio la leucemia aguda requiere un tratamiento inmediato. Las posibilidades de curación son elevadas aunque muy variables según el tipo de leucemia y la edad del paciente.

El diagnóstico de la enfermedad es a través de un análisis de sangre, que confirma la presencia de células inmaduras y blastos. Para conocer qué tipo de células son las responsables de la leucemia se requieren otras pruebas, una biopsia o aspirado de la médula ósea. Otros procedimientos, como radiografías, TAC, ecografía... son necesarios para conocer la extensión de la enfermedad.

De causa desconocida

La incidencia de la enfermedad es mayor en hombres que en mujeres. Aún no se conocen las causas que la producen, pero sí se conocen factores de riesgo que favorecen su aparición, como son las exposiciones a grandes dosis de radiaciones, bomba atómica, fugas de centrales nucleares... No se ha podido evidenciar el riesgo de radiaciones electromagnéticas (móvil, antenas de telefonía, radio...), aunque sí la exposición a ciertos agentes químicos durante mucho tiempo, como al benceno; incluso podría estar causada por ciertos virus, algunos de ellos ya identificados. También algunas características genéticas pueden aumentar el riesgo de padecer leucemia; los niños nacidos con síndrome de Down son más susceptibles a padecer la enfermedad, en casos de anemia de Fanconi, con síndrome de Bloom y con mutaciones en el gen p53.

El tabaco es también responsable de un 20% de los casos de leucemia mieloide aguda. Las sustancias cancerígenas que contiene ell humo del tabaco son absorbidas por los pulmones y luego pasan al torrente sanguíneo, llegando así a muchas otras partes del cuerpo. Algunos tratamientos para ciertos tipos de cáncer pueden hacer más propenso a un paciente a padecer leucemias.

Un tratamiento para cada paciente

El tratamiento dependerá del tipo de leucemia y de su estadío. En algunos casos no será necesario un tratamiento inmediato, pero sí controles periódicos. En las leucemias agudas (linfoide, que afecta más a niños y la mieloide, más frecuente en adultos...) es necesario un tratamiento con quimioterapia que elimine las células leucémicas y un control riguroso de las infecciones, que puede incluir medidas de aislamiento para evitar que el paciente entre en contacto con cualquier microorganismo que pueda producirle una infección. En su situación, su organismo no tendría defensas para detenerla.

El trasplante de médula ósea se realiza cuando se ha producido un daño en esta médula que le impide realizar sus funciones de formación de células sanguíneas. Las posibilidades de encontrar un donante de médula ósea, si no se tiene un hermano gemelo, es de un 35%.

Otra opción es el trasplante autólogo, que consiste en obtener médula ósea del propio paciente, mientras la enfermedad está en remisión para mantenerla congelada y realizar el trasplante después de aplicarle al paciente una dosis alta de quimioterapia. Este trasplante se realiza cuando no existe un posible donante o se considera que el riesgo es muy elevado. Tiene menos riesgo de rechazo, pero puede existir más riesgo de recidiva, de que la enfermedad pueda reactivarse porque haya quedado alguna célula leucémica al extraer la médula. En cualquier caso, los tratamientos parecen ser más efectivos en mujeres que en hombres.

Dirección de interés:

Fundación Internacional Joseph Carreras para la lucha contra la leucemia www.fcarreras.org

   
  Recursos Relacionados:

  Asociación Española contra el cáncer

  Noticias breves: El trasplante de sangre de cordón umbilical, una alternativa más factible al trasplante de médula

 

 

   
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