Revista Electrónica de Salud y Mujer
    Septiembre 2007  
   
 
  Noticias breves: Ácidos grasos para nutrir el cerebro
   
portada RESYM
  En los últimos años se ha puesto de manifiesto la importancia de la alimentación para el desarrollo y funcionamiento del cerebro en todas las etapas de la vida. Una dieta con los nutrientes óptimos es fundamental para el crecimiento y desarrollo del sistema nervioso, ya desde el embarazo y en las primeras etapas de la vida. Este aporte de nutrientes al cerebro conlleva un mejor rendimiento mental y funcional y puede prevenir la aparición y progreso de enfermedades del sistema nervioso central y el deterioro cognitivo en etapas posteriores de la vida. Así lo han señalado varios especialistas en nutrición, pediatras y neurólogos, en un reciente encuentro sobre nutrición y cerebro.

En condiciones normales el cerebro consume un 20% del oxígeno que necesita el cuerpo para funcionar. Este proceso exige un 25% de glucosa, pero también otros nutrientes como hidratos de carbono, ácidos grasos, vitaminas (A, folatos...) y minerales (hierro, zinc, cobre, yodo, selenio...) son imprescindibles para el correcto funcionamiento del sistema nervioso central. Los expertos aseguran que los alimentos ingeridos durante los primeros 10 años de vida de una persona pueden promover un mejor desarrollo cerebral, y que una ingesta pobre de nutrientes esenciales afecta a la atención y a la memoria.

Especial importancia se le está concediendo a los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en el desarrollo del feto y del lactante, como son los LC-PUFA. Según el doctor Pablo Sanjurjo, pediatra del Hospital de Cruces de Baracaldo, estos ácidos grasos ?no son los únicos, pero sí los principales nutrientes para preservar la salud mental del niño y del adulto?. Existen periodos críticos, gestación y lactancia, principalmente, ?en que su deficiencia puede dar lugar a una alteración mental irrecuperable?. Además, añade, ?el efecto beneficioso de su disponibilidad adecuada a estos periodos críticos del niño se proyecta a épocas posteriores de la vida?.

Los PUFAs (ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga) se encuentran en la mielina y en otras membranas del cerebro, a las que le dan flexibilidad e influyen en la neurotransmisión.

Según la doctora Rosa Ortega, catedrática de nutrición de la Universidad Complutense, el embarazo es una etapa vulnerable desde el punto de vista nutricional, ?las necesidades de nutrientes son elevadas y difíciles de cubrir. No se trata de comer más, sino de comer diferente, ya que los desequilibrios pueden tener repercusiones más graves que en otras etapas de la vida? Asegura esta especialista que los nutrientes con mayor impacto en el cerebro del feto son las proteínas, energía, ácidos grasos (ALA, APA, DHA), hierro, zinc, cobre, yodo, selenio, vitamina A, colina y folatos.

Además, la ingesta de estos ácidos grasos de cadena larga pueden proteger de preeclampsia, hipertensión inducida por embarazo y retraso del crecimiento intrauterino, aparte de que es esencial para el óptimo desarrollo neural.

La leche materna es una fuente importante de estos ácidos grasos, pero en muchos países europeos su ingesta es baja, debido a una alimentación pobre en pescados grasos. Las fuentes naturales de estos ácidos grasos son el pescado azul, vísceras, carnes, huevo y sobre todo la leche materna. A los ácidos grasos poliinsaturados pertenecen los omega-3 y los omega-6, así como el ácido graso alfa-linoleico (ALA), a partir del cual nuestro organismo es capaz de sintetizar otros ácidos grasos relacionados directamente con la prevención cardiovascular y el cerebro.

El cerebro los utiliza no directamente como fuente de energía, sino como recurso para la construcción de moléculas más complejas. La doctora Ana María Requejo, catedrática de nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, destacó la importancia de los ácidos omega-3 en la prevención de enfermedades cardiovasculares, al mejorar el perfil lipídico, reducir la presión arterial, prevenir los episodios trombóticos y las arritmias cardiacas, así como sus efectos antineoplásicos, al aumentar la respuesta antitumoral de las células del sistema inmune.

   
 

 

   
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