Revista Electrónica de Salud y Mujer
    Julio 2008  
   
 
  Las enfermedades cardiovasculares son más frecuentes en las mujeres
   
portada RESYM
  Isquemia, cardiopatía isquémica... son términos que engloban enfermedades como los ataques cardiacos, o la angina de pecho. Están provocadas por una insuficiencia del volumen de sangre que llega al corazón, con frecuencia por una obstrucción de las arterias coronarias (ateroesclerosis).

El proceso de obstrucción es lento, incluso de años, y no produce síntomas. En el interior de las arterias se va acumulando sobre todo grasa, provocando un engrosamiento (o placa de ateroma), hasta cerrar por completo la arteria y provocar un infarto, ya que no circula la sangre. También puede desprenderse parte de esa placa -lo que se llama un coágulo- y circular por la sangre hasta provocar la obstrucción en otra vía. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo occidental, tanto en hombres como en mujeres.

Los factores de riesgo predominan más en las mujeres

Más de la mitad de las personas mayores de 30 años presenta algún factor de riesgo cardiovascular (hipertensión, tabaquismo, colesterol elevado, diabetes, obesidad y sedentarismo). Cuantos más de ellos se padecen más aumenta el riesgo cardiovascular. Es cierto que antes de los 65 años fallece por infarto de miocardio el doble de hombres que de mujeres, pero a partir de esa edad los accidentes cerebrovasculares son más frecuentes en las mujeres. Los factores de riesgo clásicos de enfermedad cardiovascular son los mismos en hombres que en mujeres, pero en ellas predominan la hipertensión arterial, la obesidad y la diabetes. Con la incorporación de la mujer al mundo laboral, con un mayor nivel de estrés, cambios en los hábitos dietéticos y aumento del número de fumadoras, es muy posible, según los expertos, que en los próximos años se modifique y empeore su perfil de riesgo.

Las mujeres, hasta la fecha, no han estado especialmente en alerta ante los riesgos que esta enfermedad puede tener y las medidas para prevenir los factores de riesgo, sobre todo la hipertensión, el colesterol o la diabetes. Según la Sociedad Española de Cardiología, se echan en falta más campañas de concienciación, como las llevadas a cabo en otras condiciones clínicas como el cáncer de mama, o la osteoporosis que, de llevarse a cabo, podrían salvar muchas vidas, e insisten en un diagnóstico precoz, pero sobre todo en tomar medidas para su prevención, corrigiendo los factores de riesgo bien antes de que aparezca la enfermedad o para evitar que progrese.

Ictus, primera causa de mortalidad

El ictus es la primera causa de mortalidad en la mujer, seguida del infarto de miocardio. Según datos de la American Heart Association (Asociación Americana del Corazón). Cada minuto muere una mujer en Estados Unidos por enfermedad cardiovascular, una cada seis minutos en Europa. Son las enfermedades más frecuentes en toda la población y, por supuesto en la mujer, por encima del cáncer o la diabetes. A pesar de ello la mujer no es consciente del peligro que suponen para su vida, desconoce los signos de alarma, o las medidas preventivas existentes.

Algunos de los síntomas relacionados con el ictus son: dificultades para hablar, andar, confusión, cansancio, dolor de cabeza, sudor, aumento de las palpitaciones, mareo, pérdida de equilibrio... Un ictus, o accidente cerebrovascular, (infarto cerebral, trombosis, embolia, angina...). Significa que un vaso por donde circula la sangre se ha roto, o se ha obstruido por un trombo, un coágulo, y no llega suficiente oxígeno al cerebro. Cuanto más dure la situación más daño va a provocar, con lesiones muchas veces irreversibles. Se trata de una urgencia médica, no hay que esperar a que se pase, sino acudir inmediatamente al médico para evitar la muerte o la incapacidad que pueda provocar.

El sistema cardiovascular está formado por el corazón y una intrincada red de vasos sanguíneos (arterias y venas...) y circuitos eléctricos que permiten que la sangre abastezca de los nutrientes y oxígeno necesarios a todo nuestro organismo. Más de 90.000 kilómetros de vasos sanguíneos que se ramifican y entrecruzan. Cualquier fallo en el sistema -somos responsables de su buen funcionamiento- puede traducirse en una grave enfermedad.

Cuando es una parte del corazón la que sufre el bloqueo de suministro de sangre y de oxígeno se produce un infarto cardiaco. Cuanto más tiempo esté el corazón sin recibir oxígeno, más grave será. El dolor está presente en la mayoría de los casos, aunque no siempre, y generalmente no aparece en el corazón, sino en la espalda, en el hombro izquierdo, en el pecho, y puede irradiarse al brazo izquierdo o a los dos brazos. En la mujer se manifiesta sobre todo mediante fatiga, sensación de ahogo, trastornos gástricos o dolor de espalda o mandíbula, señales que no siempre se identifican con un problema cardíaco. Hay otros síntomas, como náuseas, vómitos... que a veces se confunden con un trastorno gastrointestinal.

No hay que esperar a que desaparezca el dolor, porque el paciente puede morir. A los 30 ó 60 minutos de producirse ya se manifiesta la muerte de pequeñas zonas donde se produce. A las 6 horas, si no se ha restablecido el flujo de sangre, toda la zona muere.

La angina de pecho es otro trastorno cardiovascular. Se trata de un conjunto de síntomas por la falta de sangre en el músculo cardíaco, lo que se conoce con el nombre de isquemia. Se produce cuando se obstruyen parcialmente las arterias coronarias. Puede ocurrir cuando el corazón se ve obligado a realizar un mayor esfuerzo y el organismo es incapaz de aumentar el riego sanguíneo de dicho órgano. Aparece dolor en le tórax, sensación de opresión aguda y sofocante, generalmente detrás del esternón, y a veces extendida a uno u otro brazo. El dolor torácico suele durar entre 1-2 minutos y 10-15 minutos (a veces se percibe una sensación de pesadez u opresión en el pecho que no llega a dolor, ansiedad, sudoración profunda, palidez...). Es importante identificar los síntomas para actuar a tiempo.

Cómo afectan los factores de riesgo

La hipertensión conlleva una serie de riesgos, ya que las arterias se endurecen, se hacen más gruesas y dificultan el paso de la sangre. Se conoce como arteriosclerosis. También aumenta el trabajo del corazón, que puede llegar a fracasar (insuficiencia cardiaca). Si un hipertenso no se trata, tiene 10 veces más riesgo de sufrir un infarto de miocardio que una persona con una tensión normal. El cerebro y el riñón también se ven afectados. La continua presión dentro de las arterias del cerebro puede producir trombos (coágulos) o rupturas de arterias, y provocar un infarto cerebral (ictus). Se considera que hay riesgo con cifras superiores a 140-90.

Diabetes. Es responsable de numerosas complicaciones en la mayoría de los órganos. Los accidentes cardiovasculares y cerebrovasculares son la principal causa de muerte entre las personas con esta enfermedad. El riesgo de sufrir uno de estos accidentes es de 2 a 3 veces más frecuente entre los diabéticos que entre los que no lo son. Y el riesgo aumenta si además existen otros factores, como colesterol elevado, obesidad, el tabaquismo y la hipertensión. Se considera riesgo con niveles de glucosa por encima de 110 mg/dl en ayunas.

Colesterol. El riesgo de sufrir enfermedades coronarias aumenta progresivamente a medida que las cifras de colesterol son más elevadas -se considera normal por debajo de 200 mg/dl. Cuando el organismo tiene en exceso lo deposita en las arterias, obstruyéndolas, pudiendo llegar a romperse y formando trombos o coágulos, lo que originará una angina de pecho o un infarto. Se considera un mayor riesgo con un colesterol superior a 200 mg/dl.

Tabaco. Se calcula que un 81% de los infartados menores de 45 años son fumadores. Las mujeres fumadoras tienen un 400% más de riesgo de sufrir un infarto, y es que el tabaco añade un esfuerzo excesivo al corazón, lo que hace que los vasos se estrechen o se obstruyan. Este estrechamiento también se debe a sus componentes, como la nicotina, el monóxido de carbono y todos los radicales libres. Aumenta la tensión arterial y la frecuencia cardiaca de 10 a 15 latidos por minuto. El aumento es mucho mayor en el feto cuando la embarazada fuma. La nicotina produce alteraciones de la coagulación e incrementa el colesterol.
El tabaco y anticonceptivos, incluso a bajas dosis, son una mala combinación, aumentan hasta 32 veces el riesgo de infarto en mujeres jóvenes.

Alcohol. Aunque un consumo moderado de vino se ha asociado a un menor riesgo de cardiopatías isquémica, debido a los efectos antioxidantes de los taninos (efecto que no tiene el resto de las bebidas alcohólicas), en general se considera como un factor de riesgo, ya que es responsable del 20 al 30% de todos los casos de hipertensión, y un mayor consumo, del que se considera modera, eleva también el colesterol, lo que aumenta el riesgo cardiovascular. Su consumo es más grave en la mujer, ya que llega al hígado una mayor proporción que en el hombre. Además, no es imprescindible para la dieta y no se aconseja que los abstemios tomen, aunque sea de forma moderada, alcohol como medida de protección.

Estrés. El sistema cardiovascular es uno de los más afectados ante una situación de alerta (estrés) sobre todo si dura mucho tiempo. Aumentan las pulsaciones y la presión arterial para bombear más sangre. Si la tensión se va acumulando, el corazón no tiene tiempo de recuperarse, lo que aumenta el riesgo de sufrir infartos. Además, el estrés suele ir acompañado de otros factores que también incrementan ese riesgo, como es el consumo de tabaco y otras drogas.

Falta de ejercicio. La actividad física retrasa el estrechamiento de las arterias del corazón y del cerebro, favorece que el cuerpo utilice la grasa almacenada en exceso, lo que permite prevenir la obesidad, modifica los niveles de colesterol para incrementar el colesterol "bueno" (HDL), permite mantener concentraciones normales de glucosa en sangre, reduce la tensión arterial alta y favorece el abandono del hábito tabáquico, ya que los fumadores que hacen ejercicio tienen dos veces más posibilidades de éxito en sus intentos de dejar la nicotina.

Síndrome cardiometabólico

Recibe este nombre el conjunto de un grupo de trastornos, como hipertensión, diabetes, colesterol, obesidad, en especial la que se sitúa en el abdomen, debido sobre todo a la mala alimentación y al sedentarismo, que incrementan el riesgo cardiovascular.

Todos ellos requieren un buen control, porque el incremento de uno solo de ellos hace elevar el riesgo de los demás.

Los especialistas consideran un riesgo más la grasa abdominal e insisten en que hay que medir el perímetro de cintura, al igual que se mide la tensión o la glucosa. Valores por encima de los 102 centímetros para los hombres y 88 para las mujeres constituyen un claro riesgo cardiometabólico.

Otro factor a tener en cuenta es el colesterol bueno. Cifras elevadas del LDL (el "malo") son peligrosas, pero también lo es un descenso del colesterol HDL (bueno).

'Activa tu vida', manual de la Fundación Española del Corazón

Los deportistas y expertos en medicina deportiva y nutrición participantes en el manual 'Activa tu Vida', realizado por la FEC y dirigido a profesionales de la salud y la nutrición, señalan que los ejercicios de intensidad suave a moderada (aeróbicos), son los que producen mayores efectos beneficiosos para la salud, ya que permiten ejercitarnos durante periodos de tiempo prolongado sin producir fatiga. En concreto, el ejercicio aeróbico mejora el control de la glucemia y la respuesta a la insulina, fundamental para el control diabético, aumenta las defensas antioxidantes frente al tabaquismo, y produce un efecto antiinflamatorio protector frente a la formación de placas de ateroma.

Según el Dr. Carlos de Teresa, Presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina Deportiva, Miembro de la Fundación Española del Corazón y editor de este manual, "para que el ejercicio físico tenga el efecto deseado es necesario conocer el estado de salud y la condición física de cada individuo, algo que pasamos por alto muchas veces pero crucial para prescribir el tipo de actividad más eficaz para cada persona". 'Activa tu vida' destaca en concreto que si bien las cualidades físicas básicas (resistencia, fuerza, flexibilidad y velocidad) tienen un claro efecto en el rendimiento deportivo, su efecto positivo sobre la calidad y expectativa de vida no son conocidos por buena parte de la población, pese a que numerosos trabajos científicos respaldan sus efectos beneficiosos.

   
  Más información

 
  • Fundación Española del Corazón (FEC)
  • Sociedad Española de Cardiología
  • Fundación Nacional de Cardiópatas Congénitos Tel.: 91 373 67 46
  • Sociedad Española de Hipertensión
  • Sociedad Española de Arteriosclerosis
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