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¿Estar en crisis- o no estar?A vueltas con la crisis económica, se suscitan desde los más diversos foros tanto especializados como generalistas, las más dispares soluciones para coagular el incesante chorreo de parados que pueblan las listas del INEM. A río revuelto, los pescadores hallan su mayor ganancia. Unos proponen abaratar el despido para contratar más y de paso, coyunturalmente, aliviar de peso ahora sus pobladas listas de trabajadores. Otros que se cree dinero con fecha de caducidad para agilizar un mercado que cada vez se esclerotiza con más velocidad de sedimentación. Incluso los hay que desean que el gasto público (que mueve 40 de cada 100 euros en España) disminuya, al igual que los impuestos y las cargas empresariales. Vamos, lo que nuestros clásicos daban en llamar la cuadratura del círculo. En este momento no cabría, entre los bienpensantes que en esta piel de toro habemos, sino reflexionar desde la atalaya universitaria qué propuestas de solución podrían darse en los distintos escenarios probables e incluso posibles. Es cierto que en el entreverado de las soluciones aportadas se vislumbrarían tendencias ideológicas de los autores, pero si un pueblo es libre porque vota (al menos así reza el marco conceptual de la democracia para asombro e hilaridad de los que reflexionan sólo por un momento con esta idea), exigente porque paga impuestos (se acerca junio ) y mayor de edad porque está informado (aquí no podremos sino esbozar una sonrisa cómplice), debería ser él quien, a la vista de las soluciones propuestas eligiera qué sacrificios está o no dispuesto a soportar como pesada carga de un piélago de calamidades, o como mejor dijo Shakespeare (o Bacon ya que hay quien cree que fue él y no otro el que escribía mediante este autor teatral) -las frases entre cursiva representan mi agiornamento-. ¿Estar en crisis- o
no estar?. ¿Qué es más noble para el alma del parado- sufrir los golpes y las flechas de la
injusta fortuna de los capitales
internacionales- o tomar las armas contra un mar de adversidades y oponiéndose a
ella, encontrar el fin de la crisis-?
Morir, dormir... nada más; y con un sueño poder decir que acabamos con el sufrimiento
del corazón y los mil choques y cheques de
la deuda financiera- que por naturaleza son herencia de la carne y de la tantas veces peleada, sociedad del bienestar-...
Es un final piadosamente deseable. Morir, dormir, dormir... quizá soñar. Ahí está la
dificultad ya que no hay dos expertos
economistas que se pongan de acuerdo-. Ya que en ese sueño de muerte por impago-, los sueños que pueden venir cuando
nos hayamos despojado de la confusión de esta vida mortal y de nuestras deudas-, nos hace frenar el impulso
de solucionar estos males económicos que a
tantos aquejan-. Ahí está el respeto que hace de tan larga vida y deudas- una calamidad. Pues quien soportaría los
latigazos y los insultos del tiempo y de las
moras de nuestros créditos-, la injusticia del opresor que encareció la vida tanto-, el desprecio del
orgulloso a quien la crisis no afecta-,
el dolor penetrante de un amor despreciado como
el del dinero-, la tardanza de la ley y de
las soluciones-, la insolencia del poder ajenos
a estos problemas en sus propias carnes-, y los insultos que el mérito paciente
recibe del indigno cuando él mismo podría desquitarse de ellos con un puñal o con su voto-. Quejarse y sudar bajo una vida
cansada y unas pesadas deudas-, pero el
temor a algo después de la muerte y del fin
de la prestación por paro- (El país sin descubrir de cuya frontera ningún viajero
vuelve) aturde la voluntad y nos hace soportar los males que sentimos en vez de volar a
otros que desconocemos y de los que no somos
informados-. La conciencia nos hace cobardes a todos y las deudas temerosos-. Y así el nativo color de
la resolución enferma por el hechizo pálido del pensamiento y empresas de gran
importancia y peso con lo que a esto se refiere, sus corrientes se desbordan y pierden el
nombre de acción ya que nada creemos poder
hacer contra el sistema que nos aparta de su seno-. Los clásicos nunca mueren, como dijo Robin
Williams, trasmutado en
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