| Resum: |
El tratamiento del dolor crónico secundario a lesiones benignas depende de las características del dolor. Los fármacos disponibles son los analgésicos y los co-analgésicos. Las respuestas de los cuadros dolorosos, no obstante, es desigual, por lo que es preciso instaurar otras alternativas terapéuticas farmacológicas y no farmacológicas. Dentro de éstas destacan las intervenciones psicológicas y los programas de rehabilitación. Tratamientos alternativos como la acupuntura, o el TENS, pueden jugar algún papel en el conjunto del tratamiento, pero no constituyen una alternativaen todos los pacientes, ni en todos los cuadros dolorosos como monoterapia. Los dolores neuropáticos, como la neuralgia postherpética o la neuropatía diabética, responden bien a los opiáceos, los antidepresivos tricíclicos y los anticonvulsivantes. La elección de un fármaco dependerá de las características del paciente y de su presumible tolerabilidad al tratamiento. En estos cuadros dolorosos comentados puede ensayarse como fármacos de primera línea la gabapentina, constituyendo una alternativa adecuada la nortriptilina. En la infección por el herpes zoster debe considerarse el tratamiento de la fase aguda. Este está dirigido al control del dolor y a la prevención del desarrollo de la neuralgia post-herpética. En el primer caso, pueden ensayarse los analgésicos, iniciando el tratamiento con un AINE o tramadol según la intensidad del dolor. El uso de los antivíricos, como el aciclovir, el valaciclovir o el famciclovir, se utilizarán según el riesgo del paciente de desarrollar la neuralgia post-herpética. Los antiviíricos son los únicos fármacos que presentan una eficacia parcial para prevenir la aparición de la neuralgia post-herpética. Los dolores de origen osteomuscular son los que presentan mayor prevalencia. Destacan por su frecuencia la lumbalgia crónica inespecífica o idiopática, y el dolor secundario a la degeneración artrósica de las articulaciones. El tratamiento de la lumbalgia crónica debe contemplar un abordaje multimodal que incluya a los fármacos, los programas de rehabilitación y de intervención psicológica, complementados según la respuesta, con la acupuntura. La respuesta del dolor a la intervención multimodal no es completa, por lo que el objetivo del tratamiento deberá ser el descenso de la intensidad y el incremento de la funcionalidad. El tratamiento farmacológico contempla el uso de los antidepresivos tricíclicos, y de los analgésicos para el control del dolor intenso. La repuesta al tratamiento farmacológico del dolor secundario a la degeneración artrósica de las articulaciones depende de la articulación afectada. La que mejor respuesta presenta es la articulación de la rodilla. En general, el dolor artrósico responde bien a los analgésicos, recayendo la elección en los AINE tópicos y el paracetamol según la intensidad del dolor. Los AINE, que son más efectivos que los fármacos anteriores, se ensayarán ante la no respuesta al tratamiento previo o en situaciones de dolor intenso. Es posible, que se precise utilizar el tramadol para controlar el dolor evitando los efectos gastrolesivos de los AINE. La inyección intraarticular de esteroides o de ácido hialurónico, aún siendo eficaces para el control del dolor, presentan un efecto pasajero y no modifican la evolución de la enfermedad. Su utilización será, fundamentalmente, en aquellas personas que no han respondido a los tratamientos previos. La eficacia de la administración de glucosamina o del condroitín-sulfato es muy controvertida La fibromialgia es un cuadro doloroso complejo en el que están presentes otros síntomas como la astenia, la alteración del sueño o la psicopatología. Ningún tratamiento muestra una eficacia completa en el control de todos los síntomas. De ellos el que mejor responde es el dolor, y en este caso el tratamiento de elección son los antidepresivos tricíclicos, aunque la respuesta es parcial y pasajera. La pregabalina ha mostrado en diversos estudios una utilidad prometedora que precisa ser confirmada. |
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