Athenea Digital - num. 0 abril 2001-

El análisis de redes sociales. Aplicaciones al estudio de la cultura en las organizaciones

José Luis Molina
Programa de Doctorado en Antropología Social y Cultural
Universidad Autónoma de Barcelona.

 

En este trabajo hemos pretendido explorar las posibilidades de aplicación del análisis de redes sociales al estudio de la cultura en las organizaciones. Esta exploración nos ha llevado a preguntarnos por su estatuto epistemológico y por las posibilidades de integración con otros tipos de análisis de la realidad social.

Esta exploración nos ha obligado, también, a desarrollar métodos y técnicas para identificar estructuras de actores y estructuras de ideas en el marco de organizaciones de muy diferente índole y a preguntarnos por la naturaleza de la llamada cultura organizativa.

Las conclusiones a las que hemos llegado en ese ejercicio se puede agrupar en tres ámbitos: un ámbito epistemológico, que tiene que ver con la naturaleza del conocimiento al que accedemos por esta vía, un ámbito metodológico que tiene que ver con procedimientos ideados y ensayados para identificar estructuras de actores y valores,  y un ámbito explicativo que intenta dar cuenta de la realidad observada.

Veamos cada uno estos ámbitos.

Ámbito epistemológico

La tesis doctoral que presento se inicia con una cita de Radcliffe-Brown según la cual, la distinción entre sociedad y cultura no es un tema trivial sino una cuestión fundamental porque cada enfoque da lugar al planteamiento de problemas diferentes. Concretamente Radcliffe-Brown dice:

“Mientras yo definí la antropología social como el estudio de la sociedad humana, hay algunos que la definen como el estudio de la cultura. Tal vez pueda creerse que esta diferencia de definición tiene poca importancia. En realidad, esta diferencia lleva a dos clases diferentes de estudio entre los cuales no es posible obtener un acuerdo en cuanto a la formulación de problemas”. A. R. Radcliffe-Brown, Structure and Function in Primitive Society, 1952, pp. 189.

Esta disyuntiva entre el análisis de la sociedad y el análisis de la cultura también es señalada por Nadel en la doble naturaleza de la acción social, la que emana de los actores y la que emana de sus propósitos o contenidos. Ambos análisis pueden realizarse pero con una peculiaridad: el análisis del orden de los actores se hace cada vez más abstracto y se aleja del orden de los contenidos. Esta es la llamada paradoja de Nadel, según la cual a medida que se avanza en el establecimiento de la estructura social el análisis se aleja de la cultura de la cual partió.

Nadel es importante porque su concepción de la estructura social como un sistema de relaciones entre roles fue tomada por Harrison C. White y sus colaboradores como punto de partida del análisis de redes sociales en su versión estadounidense, marcando el paso del análisis de redes sociales de la antropología británica de la Escuela de Manchester a la sociología americana.

A través del análisis realizado por Bruce Kapferer en una factoría africana en la cual se intenta explicar porqué tiene éxito una huelga en un momento determinado y no en otro a través de un análisis del cambio de la estructura de relaciones en la factoría, muestro como el análisis de las relaciones es de hecho independiente del contexto cultural en el que se halla inmersa la factoría, como reconoce el mismo autor. La cuestión es de hecho que, como señalaba Nadel, a medida que el análisis de los sistemas de actores avanza y se hace más y más sofisticado, hasta el punto de recoger las interacciones y catalogarlas en tipos de relación, calcular la influencia de cada individuo en la red resultante, el contexto cultural es cada vez menos importante.

¿Es cierto pues ese divorcio entre el establecimiento de estructuras (de relaciones en este caso) y el análisis de los contenidos de esas relaciones? ¿Se pueden yuxtaponer pero no integrar los diferentes tipos de análisis?

Mi propuesta es la siguiente:

La sociedad puede conceptualizarse como una red de instituciones sociales. Estas instituciones son, tomando la definición de Ramón Valdés, agregados de conducta en torno a un fin susceptible de ser organizado entres planos (los actores, las acciones y las ideas).  Así, las instituciones sociales pueden estar organizadas en uno, dos o tres planos. A las instituciones que están organizadas simultáneamente en los tres planos las llamamos instituciones corporativas. Estas instituciones se caracterizan porque a agrupaciones de actores, por ejemplo un linaje nuba, corresponde una acción organizada, por ejemplo la venganza de sangre y un ideario propio (la solidaridad del linaje, la obligación de participar en la venganza). Así, una institución corporativa dispone de actores, acciones e ideas ordenados simultáneamente. En estos casos es posible integrar los diferentes tipos de análisis y los grupos, las acciones y los significados son solidarios. Sin embargo, en las instituciones organizadas solamente en uno o dos planos, las posibilidades de integrar análisis de la estructura de relaciones entre actores o ideas con el análisis de las acciones o el análisis de los significados son mucho más bajas.

El análisis de redes sociales es una aproximación especialmente formal y abstracta de la acción social. El análisis de redes nos permite acceder a aspectos de la realidad social a menudo no contemplados. Sin embargo es susceptible de integrarse con otros tipos de análisis solamente en el caso de las instituciones corporativas.

Antes de pasar al siguiente ámbito me gustaría mencionar unas notas sobre el origen de la aproximación

El concepto de red social fue desarrollado por la antropología británica a partir de la Segunda Guerra Mundial como respuesta a las limitaciones del estructural-funcionalismo para explicar las situaciones de cambios en las sociedades tradicionales y los mecanismos de articulación de las sociedades complejas. John Barnes[1] fue el primero en utilizar el término red ("network") para describir una pequeña aldea de pescadores noruega, una sociedad “intermedia” entre el tipo de sociedad habitualmente estudiado por la antropología y las sociedades complejas.  En 1955 Elisabeth Bott[2] (psicóloga canadiense que había estudiado antropología con Warner en Chicago) propone que la segregación de los roles conyugales de los matrimonios urbanos londinenses eran una función de la red social de la pareja. La estructura de relaciones tenía una capacidad explicativa más grande que la pertinencia a categorías sociales o grupos institucionalmente definidos. El trabajo de Bott[3], surgido inicialmente del estudio de la familia, fue aplicado inmediatamente por los antropólogos británicos y sudafricanos en sus trabajos de campo[4]. En 1969 J. Clyde Mitchell recoge y sistematiza los avances alcanzados por la aproximación en un influyente artículo[5]. La concepción de Mitchell era que el análisis de redes sociales proporcionaba una visión complementaria de la tradicional, basada en el estudio de instituciones. Los trabajos de estos antropólogos se centraban en las  redes sociales que se podían delimitar a partir de una persona, ego y en los diferentes tipos de relación existentes, más que en las propiedades de las redes globalmente consideradas. Los estudios tradicionales continuaban siendo válidos para las sociedades simples pero necesitaban ser complementados por estudios que captasen mejor la fluidez y el cambio que se estaba produciendo. 

El aparato metodológico disponible para ese grupo de investigadores consistía en una serie de términos y conceptos acuñados por ellos mismos[6] y de las contribuciones de la teoría de grafos al estudio de la interacción social[7].

Los principios elementales de la disciplina ya estaban disponibles pero chocaron con limitaciones imposibles de superar.  Si recoger datos relacionales es difícil, analizarlos todavía lo es más sin la ayuda de ordenadores. Con el mencionado trabajo de Kapferer en una factoría africana, se detiene la contribución de la Escuela de Manchester al análisis de redes. Es de destacar que las recientes contribuciones de autores británicos que utilizan el concepto de red social ignoran por completo los avances que en la disciplina se han producido en los últimos 30 años.

Hechas estas consideraciones sobre los orígenes de la aproximación, a la cual habría que añadir otras fuentes como la sociometría,  paso a examinar el resto de conclusiones.

Ámbito metodológico

En el ámbito metodológico hemos desarrollado un método para identificar estructuras de actores en una organización y un método para identificar estructuras de ideas o valores. De la comparación de ambas estructuras es posible extraer conclusiones prácticas en relación con la cultura de las organizaciones, como cuál es el ideal corporativa y cuáles son los grupos culturales existentes y su distancia con ese ideal corporativo.

Estas metodologías han sido desarrolladas a través de estudios en diferentes organizaciones, una administración, una empresa multinacional, una ONGD y una fundación pública.

Del trabajo en organizaciones que hemos realizado querríamos destacar más la variedad que la profundidad, por una sencilla razón: trabajar en organizaciones, obtener datos de gente que está trabajando y pedirles además datos sensibles a las relaciones de poder es, como es fácil imaginar, una compleja tarea. Por ello, todas las actuaciones que hemos realizado han sido largamente pactadas con los mandos de las organizaciones, el tiempo, la longitud de los cuestionarios, la duración de las entrevistas. Sin embargo creemos poder afirmar que las conclusiones a las que hemos llegado son aplicables a las organizaciones en general, independientemente de su tamaño, estructura, misión o carácter público o privado.

Creemos haber mostrado el análisis de redes sociales proporciona una vía para identificar estructuras de actores, de ideas e, incluso el llamado organigrama informal, de una forma no metafórica.

Para el establecimiento de estructuras de actores hemos propuesto un método que a partir del testimonio de informantes permite ir avanzando en el establecimiento de la red de relaciones existentes comparando las diferentes percepciones de la red de cada informante y corrigiendo sucesivamente sus sesgos.

Para el establecimiento de estructuras de valores hemos utilizado la técnica de análisis del consenso, según la cual es posible establecer a partir de una serie de respuestas un dominio cultural ideal por una parte y grado de distancia de cada individuo con ese patrón.  De esta forma ha sido posible identificar grupos culturales (en el marco de una organización por supuesto) y el grado de conformidad de cada individuo con el grupo cultural al que pertenece.

De análisis de la relación entre las estructuras de actores y la estructuras de valores llegamos a la conclusión que es la red de amistad, más que la de trabajo, la que nos permite explicar la existencia de grupos con unos valores comunes o al menos con una visión compartida de cuál es la realidad organizativa –la cultura organizativa. Esta red de amistad fue medida a partir de las interacciones fuera de la organización. ¿cómo es posible  --nos preguntábamos—que la cultura organizativa se construya en entornos extraorganizativos?

La respuesta tiene que ver con nuestra conceptualización del fenómeno de cultura organitzativa.

Ámbito explicativo

El tercer ámbito es la propia explicación de la naturaleza del concepto de cultura organizativa. Después de un repaso del concepto de organización, de su génesis relativamente reciente y del concepto de valor social, así como de la literatura especializada en cultura organizativa, propongo que la cultura organizativa es un fenómeno fundamentalmente político, más que una cuestión cognitiva. Los grupos de la organización detentan valores, concepciones legitimadoras acerca de la realidad, que les permiten avanzar en sus proyectos políticos. Cuando la cultura es impuesta por la alta dirección, hablamos de cultura corporativa. Cuando la cultura es de resistencia hablamos de subcultura. No es de extrañar por tanto que los grupos de interés fomenten sus relaciones en entornos extraorganizativos, como tampoco es de extrañar que las organizaciones con una cultura corporativa más fuerte ofrezcan todo tipo de oportunidades para el deporte y  el ocio en general.

Quiero llamar la atención sobre el hecho que el mismo concepto de cultura organizativa es una simple trasposición, realizada por consultores de empresa, del concepto de cultura de la antropología al campo de las organizaciones y que intentar equiparar una organización, una cultura, como si de una sociedad se tratase es simplemente llevar la metáfora demasiado lejos.  La palabra cultura tiene una gran variedad de usos posibles como mostramos en nuestro trabajo y puede utilizarse en este contexto, pero sin pretender equiparar los niveles de sociedad con los de organización. De hecho, también podríamos hablar de personalidad organizativa como propone Selznick..

 

Una vez presentadas las diferentes conclusiones a las que hemos llegado queremos llamar la atención del tribunal sobre el intento de presentar un estado de la cuestión del análisis de redes sociales tanto por lo que se refiere a  las diferentes temáticas y ámbitos de investigación, realizado a través de une estudio de las últimas conferencias internacionales, como de una introducción a los diferentes métodos y técnicas. Hasta donde llega mi conocimiento no existe un texto en castellano de estas características.

En este trabajo se reúnen dos campos de investigación: el análisis de redes sociales y la cultura en las organizaciones. La antropología ha permanecido en general al margen de estos dos campos, a pesar de hacer sido la iniciadora del primero y la referencia teórica del segundo. Pensamos que este trabajo cubre en parte esa ausencia.

Por último, una reflexión sobre el concepto de red. El interés que despierta el análisis de redes sociales se explica más que por lo que actualmente se puede hacer por su capacidad de evocación. Estudiar formalmente un simple barrio de cualquier ciudad mediante el análisis de redes puede ser una tarea extraordinariamente compleja. Sin embargo, hablamos sin dificultad de la sociedad red, de un mundo de redes, de la red sociosanitaria, de las redes personales, del capital social … La palabra red, al igual que la palabra cultura nos sirve por su variedad de posibilidades de aplicación.  Sin embargo, las actuales posibilidades del análisis de redes sociales tal como lo hemos presentado en este trabajo con mucho más modestas.

Quizás estemos recuperando el concepto de red en un momento de crisis de los modelos teóricos que nos permiten entender lo que pasa a nuestro alrededor, como el que llevó a la formulación de la teoría de redes en un contexto en el que el estructural-funcionalismo ya no servía para explicar la nueva realidad



[1] Barnes, John, "Class and committees in a Norwegian Islan Parish", en Human Relations, vol. 7, núm 1, 1954, pp.39-58.

[2]  Bott, E.: "Urban Families: Conjugal Roles and Social Networks" Human Relations, vol VIII, 1955, pp. 345-384; Bott, E.: Familia y red social [Family and Social Network. London, Tavistock Institute of Human Relations, 1957, 1968.]. Taurus Humanidades, Madrid, 1990.

[3] Bott trabajó para el Tavistock Institute. Esta institución y el Research Centre for Groups Dinamics editaron la revista Human Relations en la cual se publicaron los trabajos de Barnes, Bott y de los psicólgos sociales americanos. Siguiendo con las explicaciones de Bott:

La idea de utilizar el concepto de red de forma sistemática más que metafóricamente se debe a John Barnes (1954) [...] Supe que la idea de red era necesaria porque los conceptos conocidos de grupo y de grupo corporado de la antropología tradicional no se adecuaban por completo a los datos de campo que yo manejaba. Las familias investigadas no vivian en grupos. "Vivían" en redes, si se puede utilizar la expresión vivir en para describir la situación de estar en contacto con un conjunto de personas y organizaciones, algunas de las cuales están en contacto entre sí, y otras no. Esto último me llevó a cómo se relacionaban las diferencias en los tipos de red y las diferencias en la organización interna de las familias.  pp. 358-359.

[4] Cf. Boissevain, Jeremy F. y J. Clyde Mitchell, Network Analysis. Studies in Human Interaction, Mouton & Co., La Haya, 1973. La hipótesis de Bott fue puesta a prueba por Kapferer en su capítulo "Social network and conjugal role in urban Zambia: towards a reformulation of the Bott hypothesis”.

[5]  Mitchell , Clyde J. , "The Concept and Use of Social Networks" en The Bobbs-Merrill reprint series in Anthropology , A-508, reprinted de Social Networks in Urban Situations: Analyses of Personal Relationships in Central Towns, Manchester University Press, 1969.

[6] Los términos iniciales de Barnes, “nudo fuerte” (close-knit) y Bott, “connectividad”, fueron sustituidos por los siguientes:

ancoraje:  punto de partida de una red social, un ego.

accesibilidad-compactibilidad: capacidad de la red de permitir el acceso de unos nodos a otros.

densidad: porcentaje de relaciones efectivamente existente en función del número máximo posible.

rango: número de vínculos de una persona.

contenido: contenido de una relación (amistad, información, ayuda mutua, etc.).

dirección: sentido de una relación.

durabilidad: período de vigencia de una relación.

intensidad: valor atribuido por los actores a una relación.

         frecuencia: número de interacciones en un periodo determinado.

[7]  Cf. por ejemplo:  Harary, F., y Norman, R.Z., Graph Theory as a Mathematical Model in Social Science. Univ. of Michigan, Institute for Social Research. Ann. Arbor, 1963;  Harary, F., Norman, R.Z. y Cartwright, D., Structural models. An introduction to the Theory of directed Graphs. Ed. Wiley, New York, 1965; Flament, C., Applications of Graph Theory to Group Structure, Prentice Hall, 1963.