Athenea Digital. número 2- Otoño 2002
El rebost de la ciutat

Romero, Jordi (2002)
El rebost de la ciutat. Manual de permacultura urbana. Barcelona: Fundació Terra .



Daniel Polo
Programa de Doctorat de Sociologia. Universitat Autònoma de Barcelona

 

El rebost de la ciutat esconde su contenido tras su subtítulo: manual de permacultura urbana. En primer lugar, es un manual orientado a la práctica, lo que significa que combina fundamentos teóricos con aplicaciones reales. En segundo lugar, lo que pone en práctica son los postulados de la permacultura. Y finalmente, adapta dichos principios al entorno urbano, lo cual es seguramente el punto más novedoso del manual.

Para dar cuenta de la carga conceptual de la permacultura debe tenerse en cuenta el contexto socioambiental de su momento de gestación. A finales de los años setenta empieza a tomar forma un nuevo paradigma de síntesis entre la concepción progresivista del mundo y la alternativa ecologista a la misma que floreció en los años sesenta y setenta. Dicha síntesis puede bien llamarse mediante el metaconcepto, tan al uso hoy en día, de sostenibilidad, que a su vez ha visto surgir numerosas formas de operacionalización del mismo, siendo la más visible la de desarrollo sostenible. Y aquí es donde entra en juego la permacultura, pues lo que nos ofrece es un modo distinto de darle sentido práctico a la sostenibilidad.

Bill Mollison y David Holmgren definieron el concepto de permacultura en 1978 con la publicación de su primer libro, Permaculture One. Con la posterior edición de Permaculture Two (1979), a cargo de Mollison, se consolidó este nuevo campo. Cabe mencionar que la concepción de las tesis de la permacultura tuvo lugar cuando Mollison ejercía de profesor de psicología ambiental en la Universidad de Tasmania, teniendo a Holmgren como alumno.
El concepto de permacultura, como explica el mismo Mollison, es un neologismo que integra la noción de permanencia con los campos de la agricultura y la cultura, pues se considera que ninguna sociedad va a poder perdurar en el tiempo sin una base agrícola sostenible protegida por su correspondiente ética del uso de la tierra. Por ello, la permacultura es en esencia un método de agricultura ecológica que en cierto modo transgrede la disciplina agronómica convencional por el hecho de incorporar una visión global, asentada en la conciencia ecológica, de nuestra relación con el entorno (1).

Este vínculo hombre-entorno ha sido construido por Mollison y Holmgren en sintonía con la orientación preservacionista de la deep ecology, de tal forma que se rechaza el monopolio de la ética utilitarista que marca nuestras sociedades modernas. En cambio, la permacultura apuesta por dos pilares básicos de la deep ecology: el carácter holístico de la sociedad, partiendo de la idea de la solidaridad social orgánica que en su día trató Durkheim, y la perspectiva sistémica que caracteriza a la “nueva” ciencia ecológica mediante la consideración de las relaciones entre vida y muerte, ciencia y conciencia, humanidad y naturaleza (2).

La obra aquí tratada nos introduce también a la ética práctica de la permacultura, que se orienta por el cuidado activo del entorno y de las personas. Según su autor, para que dichos propósitos puedan ejecutarse a través de las acciones concretas que propone debe abordarse un cambio en el sistema sociopolítico con tal de recuperar la batuta de la acción social que en la actualidad gobiernan los flujos económicos. Tan sólo mediante esta condición pueden ser viables los cambios en los hábitos de consumo y la implantación de procesos de producción de mayor eficiencia, para lo cual debe mencionarse que, distinguiéndose del mainstream de la deep ecology, en el marco de la permacultura se explotan al máximo las posibilidades de la tecnología moderna.

Las particularidades del sistema de diseño desarrollado desde la permacultura pueden aplicarse en un entorno de dimensiones tan limitadas como lo es el urbano. En la explotación de este campo concluye el autor que el modelo de ciudad “mediterránea”, o sea, compacta, multifuncional, cosmopolita, diversa e integrada en usos, ofrece las mejores posibilidades de acción. Por su parte, esta acción debería realizarse en distintos niveles de organización social, por lo que la parte central de la obra profundiza en estrategias para tres ámbitos distintos: la vivienda particular, el espacio público y un entorno comunitario, en este caso la escuela.

Las actuaciones en el entorno privado permiten, a través de la práctica agrícola en pequeños rincones comestibles, poner en juego la noción de soberanía alimentaria. Si bien en contados casos se puede llegar a satisfacer exactamente esta condición, la práctica resulta útil por su carácter reflexivo. Mediante aplicaciones en el espacio público, compartido, se crean formas alternativas de provisión de bienes mucho más propicias a la integración social y la conciencia ecológica que los mecanismos convencionales, como se pone de manifiesto a través del ejemplo de la Green Guerilla de Nueva York. Por su parte, la introducción de la permacultura en la escuela ofrece, además de una experimentación más directa con el entorno, un enfoque metodológico distinto que puede ser de notoria utilidad en el actual momento de crisis del paradigma vigente de la educación formal.

Para finalizar cabe mencionar que el libro se complementa con una guía de recursos para facilitar tanto el acceso a bibliografía temática como a proveedores de materiales necesarios para el desarrollo de algunos de los diseños que se proponen. El rebost de la ciutat está editado en catalán, y se pueden solicitar gratuitamente ejemplares en la Fundació Terra de Barcelona (c/ Avinyó 44, 08002 Barcelona, 933040220, terra@terra.org).

(1) Romero, J.; Miralles, J. (2001): Permacultura. Perspectiva Ambiental, 21. Suplemento de la revista Perspectiva Escolar. Barcelona: Fundació Terra.

(2) Morin, E. (1988): Il pensiero ecologico. Florencia: Hopefulmoster.