A pesar de que es una afección "relativamente sencilla de controlar con los tratamientos actuales y del todo compatible con una perfecta calidad de vida", señala el doctor Héctor Verea, miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica ((SEPAR), todavía existe una alta mortalidad, la mayor parte en los países más subdesarrollados, donde es difícil el acceso a los fármacos.

Lo que resulta significativo, según los expertos, es que actualmente la mayor incidencia de casos se está produciendo en las naciones más desarrolladas, "lo que indica que hay algo en nuestro modo de vida que favorece la extensión de la enfermedad". Solo en Estados Unidos el número de asmáticos se ha incrementado en un 60% desde principios de los años ochenta.

Las causas de este incremento de afectados puede estar relacionada con los mejores estándares de vida y salud, "los niños, por ejemplo, padecen ahora menos infecciones, de modo que su sistema inmunológico digamos que está "menos entrenado" y puede llegar a reaccionar de forma inusual ante sustancias alergizantes o situaciones emocionales que en cualquier otro caso no darían lugar a esa inflamación bronquial que está en origen de los síntomas del asma". Otra posible causa, complementaria, es el mejor diagnóstico de la enfermedad, así como su carácter hereditario o la presencia en el ambiente de más agentes susceptibles de desencadenar la reacción asmática.

Seguir el tratamiento

Por desgracia todavía hay muchas personas que padecen la enfermedad y lo desconocen, "porque acuden al médico equivocado, por no hablar del alto porcentaje de pacientes que sí están diagnosticados pero no siguen las pautas de tratamiento indicadas".

Según este neumólogo, sólo entre un 60 y un 70% de los pacientes diagnosticados cumple con la medicación, "el resto no sólo está condenado a continuar sufriendo periódicamente los síntomas de la enfermedad -tos, sibilancias, sensación de asfixia-, sino que, además les expone a un eventual agravamiento de consecuencias a veces imprevisibles".

El lado positivo de la situación es que "el 80% de los niños con asma que reciben un tratamiento adecuado durante la infancia, deja de sufrir esta enfermedad en la etapa adulta".