Revista Electrónica de Salud y Mujer
    Marzo 2004  
   
 
  Trastorno de Estrés Postraumático
   
portada RESYM
  La capacidad humana para adaptarse y sobrevivir a experiencias traumáticas no es igual en todas las personas, ni en todos los momentos, y puede llegar a alterar su equilibrio psicológico, biológico y social.

El Trastorno de Estrés Postraumático (TEP) es una enfermedad conocida desde hace mucho, pero sólo hace poco más de 20 años que tiene nombre. Este trastorno surge de la incapacidad de la víctima para afrontar el acto traumático, no llega a considerarlo como un hecho del pasado y permanece presente en su mente, condicionando totalmente su vida.

Puede ser transitorio y de corta duración, pero también puede volverse crónico y durar toda la vida. En estos casos es frecuente la parición de otros trastornos, como depresión, fobia social, pánico-agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno maníaco-depresivo (trastorno bipolar), y asociarse con el abuso de sustancias como drogas o alcohol. Salvo en los casos evidentes de terrorismo, mujeres y niños víctimas de la violencia, accidentes o catástrofes naturales, no es fácil reconocer el TEP, en la mayoría de los casos se diagnostican y se tratan solo los síntomas de ansiedad y depresión detectados, sin vincularlos al origen del trauma.

"La guerra nos ha enseñado la mayor parte de lo que sabemos del TEP", han señalado los psiquiatras, y es que los primeros pacientes descritos con los conceptos actuales de este trastorno fueron los excombatientes de la I Guerra Mundial. Muchos soldados sufrieron trastornos del movimiento y de los sentidos: agitación en extremidades y otras partes del cuerpo, ataques, pérdida de conciencia, nerviosismo, insomnio, ansiedad... Los responsables sanitarios pensaban entonces que esa extenuación del combate desaparecería con el tiempo, sin embargo, fue necesaria otra guerra (Vietnam) para demostrar que los síntomas pueden durar toda la vida (un 15% de los veteranos del Vietnam todavía sufre TEP). Como ha dicho en algunas ocasiones el doctor Alfredo Calcedo Barba, profesor de psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, el diagnóstico del Trastorno de estrés postraumático ha supuesto "legitimar el sufrimiento humano".

Según este especialista, los recuerdos del trauma en personas con TEP persisten e interfieren en otro tipo de información, y a veces se re-exponen de manera compulsiva a situaciones que recuerdan al trauma. Pierden la capacidad de modular su respuesta fisiológica al estrés, padecen problemas generalizados de atención y tienen alteraciones en sus mecanismos de defensa y de su identidad personal.

Síntomas vinculados al trauma

La persona con TEP sufre la mayoría de estos síntomas:

  • Conductas que tratan de evitar todo contacto con aquello que recuerde qué produjo el trauma (como puede ser miedo a coger el tren en el caso del atentado del 11 de marzo en Madrid, miedo a coger el coche si se ha sufrido un accidente)
  • Vivencias repetidas de las escenas traumáticas en forma de alucinaciones visuales ("flash back")
  • Síntomas parecidos a los depresivos que se caracterizan por un despego y desinterés por la vida y los seres queridos
  • Hiperactividad, con un aumento permanente de las reacciones de sobresalto y alerta, que pueden ir asociados a otros síntomas como insomnio, irritabilidad o un alto grado de ansiedad
La respuesta a un acto terrorista va a depender de la víctima, de los factores de protección y de su vulnerabilidad, pero la mayoría coincide en sentir que su mundo interior se desmorona, el "por qué a mí y a mi familia" va a estar presente durante mucho tiempo. Es un sufrimiento difícil de describir, y las víctimas necesitan que la sociedad y los políticos reconozcan este sufrimiento. Se estima que la mitad de las víctimas de acciones terroristas acaecidas en España presenta Trastorno de estrés postraumático, y también el 37% de sus familiares.

Las reacciones psicológicas de la víctima de un atentado terrorista "son muy variables porque se presentan en diversas fases y se extienden a otras personas del núcleo familiar e incluso laboral. En general, todo atentado terrorista supone una quiebra del sentimiento de seguridad y una sensación de indefensión profunda, así como una readaptación personal y familiar a la nueva situación, sin descartar la pérdida del rol personal o social anterior", señalan los autores del libro "Trastorno de Estrés Postraumático", doctores Julio Bobes, Manuel Bousoño, Alfredo Calcedo y María Paz González (editorial Masson)

La respuesta de la víctima suele caracterizarse por una reacción inicial de sobrecogimiento y un cierto enturbiamiento de la conciencia, que puede variar desde una leve sensación de flotamiento hasta un embotamiento total, sin apenas comprensión de lo ocurrido y sin capacidad de respuesta a los estímulos.

A medida que comienza a recuperarse del shock, señalan estos especialistas, aparecen vivencias afectivas mucho más dramáticas e intensas, como dolor, indignación, rabia, venganza, impotencia, miedo, culpa (lo que pudo hacer y no hizo).

Más a medio y largo plazo no son infrecuentes ciertos trastornos de conducta, como irritabilidad, dependencia emocional excesiva, actitudes victimistas, pasividad?, incluso una mayor tendencia a la introversión y al embotamiento efectivo, que pueden complicar las relaciones familiares.

El apoyo familiar, social e institucional es fundamental para superarlo

La evolución de las víctimas va a depender de los factores de vulnerabilidad y de protección. Una mala adaptación al cambio o insuficientes factores de protección social -los psiquiatras señalan que la incomprensión social puede constituirse en una fuente de victimización secundaria- hacen más difícil que el paciente pueda superarlo. En cambio, la resistencia al estrés, el apoyo y protección familiar, el apoyo social próximo (amigos), el de la opinión pública y el apoyo institucional, contribuyen a "metabolizar", o asimilar el trauma.

Existen tratamientos psicológicos, sobre todo la terapia cognitivo-conductual y también psicofarmacológicos (antidepresivos como los inhibidor de la recaptación selectiva de serotonina) que han demostrado eficacia; también las asociaciones de estos pacientes (Asociación Víctimas del Terrorismo, www.avt.org), son un importante grupo de auto-ayuda.

Los psicólogos insisten en la necesidad de compartir las experiencias para superar el estrés, hablar con la familia, los amigos; tomarse el tiempo necesario para estar triste e incluso llorar y volver lo antes posible a la actividad diaria, pero sobre todo no encerrarse en uno mismo, ni pagar la ira o el malestar con los de alrededor, no evitar a toda costa cualquier cosa que pueda recordar lo que pasó.

Aunque cada persona tiene una manera distinta de enfrentarse a las experiencias traumáticas, a los dos o tres meses los períodos de malestar se harán más cortos y se prolongarán los momentos de normalidad. Este período es muy variable, para unos serán seis meses, para otros un año o quizás toda la vida. Pero si ve que no puede superarlo pasado el tiempo, debe recurrir a un especialista.

   
 

 

   
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