El incesante envejecimiento de la población en las últimas décadas ha convertido el Alzheimer en uno de los problemas de salud más serios y prevalentes en los países desarrollados, que en España afecta una cifra entre 600.000 y un millón de personas -25 millones en todo el mundo- y que provoca en el entorno familiar una absoluta situación de desamparo. Es una enfermedad con una gran carga social, que afecta tanto al paciente, como a la familia y a la sociedad. La incidencia global de demencia en Europa es del 6,9 por 1.000 hombres y del 13,1 por 1.000 mujeres.

Algunos cambios relacionados con la edad, como la pérdida de apetito, pueden inducir la pérdida de peso en personas mayores. La enfermedad de Alzheimer también ha sido relacionada con la pérdida de peso y los pacientes que se encuentran en las últimas fases de la enfermedad pueden perder hasta un kilo por año. Además, la demencia suele progresar más rápidamente en los enfermos que pierden más peso.

La pérdida de peso lenta y mantenida asociada habitualmente con el envejecimiento podría acelerarse antes de la aparición de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, según muestra un estudio coordinado por David Johnson, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en Saint Louis (Estados Unidos), que se publica en el último número de Archives of Neurology.

Destrucción de las neuronas
Las neuronas se van destruyendo por la aparición de unas proteínas, llamadas beta-amiloide, -de hecho se considera un marcador de la enfermedad-, también se observa una disminución de los niveles cerebrales de acetilcolina (una sustancia química que existe en el cerebro y que trabaja enviando señales de una neurona a otra, este 'neurotransmisor' es fundamental para aprender y memorizar.

No se conoce la causa de por qué ocurre esta situación, se apuntan un origen genético, un infección que produce alteraciones y muerte cerebral, o que las células se van degenerando por la edad..., o pueden ser todas las teorías a la vez.

Trastornos de memoria, la primera señal
En el inicio de esta enfermedad suelen ser los familiares quienes aprecian los primeros síntomas: trastornos de memoria, alteraciones de la función ejecutiva y cambios de personalidad. El paciente olvida encargos, nombres, direcciones, números? También falla en la realización de faenas domésticas, culinarias, aficiones y de la propia convivencia.

En poco tiempo el enfermo deja de recordar con exactitud la fecha del día, de la semana, del mes, del año, incluso en qué estación está. Puede comenzar a cometer errores en el manejo del dinero, le cuesta encontrar palabras para expresarse, construir frases o expresar ideas. Se puede perder al desorientarse en lugares familiares para él. Coloca sus propios objetos en sitios inadecuados y luego protesta por no encontrarlos.

A lo largo de la evolución de la enfermedad, el paciente pasa de desconocer o negar lo que le ocurre a retirarse del ambiente, no poder viajar, descuidar su atuendo e higiene, estar apático y egocéntrico, mostrar negligencia social, ser incontinente urinario primero y después fecal, perder toda autonomía y ser dependiente total, para terminar confinado en cama.

En la mujer aparece antes
La edad de inicio en la mujer es menor que en los hombres, y aparece más cerca de los 65 años, los trastornos del lenguaje aparecen antes y son de mayor intensidad, así como los trastornos de comportamiento y alteraciones perceptivas. En general la enfermedad es más agresiva, según los especialistas.

El diagnóstico debe hacerse lo antes posible, ya que los tratamientos serán más eficaces cuanto más precozmente se inicien. Además de la historia clínica del paciente y la observación de los familiares, las pruebas analíticas y la resonancia magnética confirmar la enfermedad.

Algunos autores apuntan a que también el estilo de vida puede ser un desencadenante. La dieta mediterránea actuaría como un protector, mientras que los factores de riesgos cardiovasculares, como la hipertensión, el colesterol elevado, el tabaco, la diabetes, la obesidad o el sedentarismo, intervendrían como factores negativos.

Tampoco parece estar muy claro que incluya el bajo grado de escolarización y el escaso ejercicio intelectual. Sí influye negativamente, el vivir solo, sin lazos sociales, ni relaciones familiares.

Los 10 síntomas iniciales de la enfermedad de Alzheimer

1. Memoria reciente. Olvidos, incapacidad de recordar lo acontecido horas antes, despistes.
2. Habilidades. Pérdida de habilidades laborales, domésticas y de actividades de la vida diaria, como servirse el desayuno, cocinar, manejar dinero, cumplir recados, acudir a las citas?
3. Orientación. Olvidar la fecha del día (incluso mes y año), dificultad para situarse en lugares, calles, recorridos habituales?
4. Lenguaje. No encontrar las palabras adecuadas, o hacer uso inapropiado de ellas.
5. Juicio. Desatender deberes, como apagar las luces o la televisión, olvidar los deberes ciudadanos o de vecindad.
6. Pensamiento abstracto. Desconocer números o cómo usarlos. Ignorar significados morales o nociones.
7. Manejo de objetos y cosas. Colocar los objetos en lugares equivocados o inadecuados, como las llaves en el frigorífico
8. Estado de ánimo. Pérdida de interés, iniciativa y motivación. Dificultad para concentrarse. Cambios de humor repentinos, culpabiliza a la persona más próxima de todos sus contratiempos, considera que lo fiscalizan y controlan sin razón y motivo
9. Conducta. Actitud pasiva. Retraimiento en el trato con los demás. Pasar con rapidez de la calma a la ira, o al llanto.
10. Personalidad. Dejar de ser el que se era. Se hace irritable, suspicaz, temeroso

Tratamientos
Hoy por hoy no existe curación para la enfermedad, pero tanto los medicamentos anti-Alzheimer, disponibles en la actualidad, como la rehabilitación cognitiva, han demostrado su eficacia. Los fármacos llamados inhibidores de la acetilcolinesterasa, como donepezilo, rivastigmina, tacrina, galantamina, o específicos de la memoria, han demostrado su beneficio sobre los déficit cognitivos, las alteraciones del estado de ánimo, la autonomía y las actividades de la vida diaria.

El cuidador, también paciente
Según señaló el doctor Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría, en el último Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, "los costes económicos de la demencia -la más frecuente es el Alzheimer- son muy importantes. Pero junto a ellos hay que considerar también su impacto sobre las familias. De hecho, los familiares de los pacientes con demencia sufren de forma significativa fenómenos como ansiedad, estrés, depresión, e incluso un aumento de las enfermedades somáticas y de la mortalidad, todo ello relacionado con la sobrecarga que supone cuidar a una persona con demencia, de especial intensidad ante la presencia de trastornos psiquiátricos y del comportamiento en la persona demenciada, especialmente depresión, agresividad, insomnio, además de síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones".

Confederación Española de familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias
www.ceafa.org