Estudios de Lingüística del Español (ELiEs)
Los Diccionarios Electrónicos: hacia un nuevo concepto de diccionario / Ana Fernández-Pampillón Cesteros y María Matesanz del Barrio


3.3.2 La influencia de buscadores de Internet y otros recursos

A la inexperiencia en el manejo de obras lexicográficas, que ya hemos analizado, hay que unir una circunstancia que no es en absoluto desdeñable y que, desde nuestro punto de vista, condiciona en gran medida las consultas: el sistema de trabajo con herramientas lingüísticas de procesadores de texto y, sobre todo, los sistemas de acceso a la información de Internet a través de los buscadores. En ambos casos, la explotación de estos recursos se realiza usando formas actualizadas y no formas canónicas. Los buscadores trabajan, desde el punto de vista lingüístico, con el binomio muestra-tipo31, es decir, sobre un tipo que introduce el usuario, el sistema localiza muestras que especimentan32 ese tipo. Indudablemente, como es lógico, las relaciones gramaticales y semánticas quedan excluidas de estas búsquedas. El usuario realiza una identificación entre tipo y palabra o, incluso, entre muestra y palabra, cuando se enfrenta a actualizaciones discursivas, pero no realiza en muchos casos los procesos morfológicos que permiten asociar formas actualizadas a formas de acceso en un determinado diccionario y que, además, nos permiten deshacer ambigüedades lingüísticas. Los buscadores introducen únicamente algunos elementos de corrección en los tipos buscados. Es interesante este aspecto y, no tenemos duda del interés que presenta para el usuario, aunque tiene serias limitaciones lexicográficas. Los buscadores ante formas que reconoce como erróneas proponen una forma próxima más habitual y estimada, por tanto, como correcta. El sistema corrige las erratas debidas a escrituras incorrectas originadas por interversión de elementos, desconocimiento de la ortografía de la palabra o incluso de la propia palabra que se busca, ya que, a veces, se conoce un significado pero no el significante exacto y se tiene una representación fonética de ella aproximada, escrituras fonéticas (que, por ejemplo, en español suple los errores cometidos por seseo y ceceo), etc. Aunque es un instrumento interesante que incluyen algunos diccionarios electrónicos en Internet, en la actualidad se trata de una herramienta poco potente frente al elevado número de escrituras erróneas posibles de una palabra, sin contar con vulgarismos, dialectalismos33, formas en desuso, etc., al que se une todo tipo de producciones idiolectales.

Estas nuevas situaciones plantean interesantes retos en la estructuración y diseño de los diccionarios, tanto en el planteamiento general de su macroestructura como de los propios artículos lexicográficos, es decir, empuja a seguir dos líneas de trabajo que, aunque pueden parecer contrapuestas son complementarias: la estructuración de la información de forma más rigurosa y concisa unida a una codificación lexicográfica más flexible y, por otra parte, una mayor adaptación a esquemas morfológicos más simples que incluyan analizadores morfológicos y desambiguadores más potentes.

Queda abierto para el debate un punto delicado, ¿deben los diccionarios evitar toda abstracción lingüística que dificulte la búsqueda en aras de un mejor acceso y mayor legibilidad de la información o, por el contrario, debe mantenerse su valor de modelo lingüístico y no facilitar la información si no se dispone de los conocimientos básicos requeridos hasta ahora para su obtención? Por otra parte, es también necesario hacer hincapié en que las expectativas de los usuarios no se verían tan frustradas si el diccionario se viera como lo que es, una obra de consulta léxica que presenta un alto grado de diversificación y especialización.




Notas

31 Concepto introducido por C. Peirce y desarrollado en lingüística por Lyons (1977, pp. 15-19).
32 Utilizamos el término acuñado por el traductor de Semántica de Lyons, por parecernos ajustado a lo que se quiere expresar.
33 Hemos hecho la prueba con algunos de ellos y el resultado no siempre es positivo. Por ejemplo, un vulgarismo relativamente corriente es el uso de ‘oscultar’ por ‘auscultar’. La propuesta del buscador es ‘ocultar’, fonéticamente próximo y que responde a una errata de escritura fácil de cometer. En este caso, el usuario no encontrará la palabra buscada, a pesar de la ayuda del sistema. Tampoco obtienen una respuesta satisfactoria las formas conjugadas, en las que no se produce una aproximación al infinitivo que contiene el significado léxico de la forma.





Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 24 (2006)   
 ISSN: 1139-8736