| EXPOSICIÓ BIBLIOGRÀFICA: l'Exili |
Desembre 1999 |
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LA IMPRENTA PEREGRINA: ESCRITORES Y EDITORES EN MÉXICO.
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El
número de editores e impresores que llegaron a México en los diversos barcos
de la emigración republicana y las dificultades documentales que aún existen
hace imposible un comentario, ni siquiera breve, de la labor de cada uno de los
que hicieron de la edición un medio de subsistencia, una forma de lucha contra
el olvido o una manera de integrarse en el país que les acogió. El
Catálogo de Obras que se exhibieron en el Pabellón de la República Española
en la IV Feria Mexicana del Libro (1946)
agrupa parte de esa producción ingente y reseña una actividad intensa
en las editoriales de los españoles en el país americano. La mayoría de las más
de quinientas obras de todos los ámbitos del pensamiento allí recogidas fueron
producidas en el exilio y al menos la mitad publicadas por editoriales mexicanas
fundadas por exiliados. En
uno de los primeros intentos de recopilación del quehacer de los exiliados españoles
de 1939, Mauricio Fresco reseñaba la considerable importancia de las empresas
editoriales de este colectivo en México. Quien había participado en la
organización del éxodo de los republicanos a su país - como diplomático
destinado en Francia - se proponía hacer un balance de los hechos, obras
y valores, para dar respuesta a una polémica promovida por la prensa
conservadora de la capital mexicana que se dirigía a alterar la posición
solidaria mantenida por los gobierno de Lázaro Cárdenas y la mayor parte de
los intelectuales comprometidos con la República. Desde su llegada a México,
los exiliados españoles hubieron de ir adaptándose al nuevo país, sorteando
los lógicos recelos ancestrales respecto al gachupín y las reacciones de los
sectores conservadores mexicanos. Aparece
allí la primera relación de casas editoriales fundadas o dirigidas por españoles
de la reciente emigración. En ella,y también en la recopilación de Julián
Amo y Carmion Shelby (1950), sorprendía el número y la calidad de los
contenidos de los catálogos; así como el hecho de que con mucha frecuencia los
intereses comerciales iban ligados a una intensa tarea de difusión cultural:
creación de revistas vinculadas a editoriales, apertura de librerías, creación
de distribuidoras, y relaciones intensas con las asociaciones ya existentes, o
de nueva creación que proliferaron en el exilio (Martínez, 1959, y Suárez,
1982). Iniciativas
Institucionales.
La
Junta de Cultura Española fue creada a instancias de la Junta de Relaciones
Culturales de la Embajada de España en París. Su fundación es producto de la
iniciativa un grupo de intelectuales republicanos reunidos en el Círculo
Cervantino, bajo la presidencia de Marcel Bataillon el 13 de marzo de 1939,
con el propósito de suplir la ausencia de instituciones culturales republicanas
impuesta por el devenir de los acontecimientos: caída de los frentes y exilio.
Contaba entre sus componentes José Bergamín - el Presidente de la Alianza de
Escritores y Artistas para la Defensa de la República sería también
presidente de la Junta -, José María Gallegos Rocafull, Eugenio Imaz , Juan
Larrea - vicesecretario - y otros (Caudet, 1976). La actividad de la Junta en México
durante los primeros años, junto al objetivo de facilitar el traslado a América
del mayor número posible de intelectuales; se concentró crear las condiciones
para el desarrollo de la labor intelectual y aglutinar esfuerzos culturales como
lo había hecho la Alianza durante
la guerra, inspirando la creación de revistas como Hora de España, Madrid, El
Mono Azul; editoriales - las Ediciones del Ejército del Este de
Altolaguirre, por ejemplo; o inaugurando Casas de Cultura como las
especialmente importantes de Madrid y Valencia. En
una clara muestra de solidaridad que marcaría definitivamente la actitud del
gobierno de Lázaro Cárdenas, en México, se reproduce este esquema de acción
por iniciativa de intelectuales mexicanos - en especial Alfonso Reyes y Daniel
Cosío Villegas, fundadores de la editorial Fondo de Cultura Económica en 1934[i]
- que habían vivido de cerca el conflicto civil. Así, en julio de 1938, se
inaugura la Casa de España en México con el objetivo de invitar al país a
profesionales españoles de reconocido prestigio de todos los campos de la
cultura (Lida, 1991). En una primera lista de cincuenta invitados (Fagen, 1973)
aparecen personalidades tan significativas como León Felipe, Juan de la Encina,
Enrique Díez-Canedo, José Gaos, José Moreno Villa, Adolfo Salazar, Ramón Menéndez
Pidal, Josep Carner, María Zambrano, Joaquín Xirau o Álvaro de Albornoz. El
patronato que aportaba los fondos necesarios para los viajes y los salarios
académicos sustancialmente más elevados que los que se pagaban a los
profesores universitarios mexicanos (íbidem,
p.32) estaba formado por la Secretaría de Educación del gobierno de México,
el F.C.E., el Banco Nacional y la Universidad de México. El intenso programa de
trabajo - conferencias, cursos, publicaciones (Lida/Matesanz/Morán,1989) -
propicia la creación de un sello editorial - La Casa de España - en
donde se editan libros de españoles y mexicanos con el apoyo del F.C.E.. Entre
otros, El
teatro y sus enemigos de Díez-Canedo, Locos
enanos, negros y niños palaciegos en los siglos XVI y XVII de Moreno Villa,
Español del éxodo y del llanto de León Felipe,
en 1939; y la Poesía Escogida (1915-1939) de Juan José Domenchina,
Cornucopia de México de Moreno
Villa, o
Cartas al Ebro de Benjamín Jarnés, en 1940. En
este año la Casa de España cambió su nombre y su naturaleza jurídica
convirtiéndose en El Colegio de México, una institución que siguió dedicada
a la enseñanza y la investigación, acogiendo y facilitando trabajo a los
emigrados, pero que se integraba plenamente en los organismos estatales
mexicanos. El Colegio de México
continuará publicando volúmenes de investigación científica y algunas obras
literarias. Sin embargo, pronto se vio la necesidad de agrupar estas últimas de
forma diferenciada. Resultado de éste propósito son las ediciones Tezontle que
se convertirá en colección del Fondo de Cultura Económica. Allí verán la
luz Campo cerrado y San Juan de Max Aub ; Primavera
en Eaton Hastings de Pedro Garfias; o El
gran responsable de León Felipe. Editorial
Séneca
En
febrero de 1940, José Bergamín inaugura la Casa de Cultura Española y funda
la revista España Peregrina y la
editorial Séneca. La Casa es uno de los proyectos de la Junta de Cultura Española,
y asume desde un principio los objetivos de este organismo: dar cobertura y
apoyo a los recién llegados, así como mantener en lo posible la actividad
intelectual y la comunicación entre los republicanos desterrados. Para ello se
dispuso - al parecer en sus inicios y al igual que en España
Peregrina - de la tutela económica del SERE (Servicio de Evacuación de los
Republicanos Españoles)[ii],
dependiente del gobierno de Juan Negrín. Pero el carácter institucional de la
revista y la editorial está reforzado por la pertenencia de muchos de los
colaboradores a la Junta de Cultura Española, por la intensa participación de
éstos en los proyectos culturales republicanos durante el conflicto civil. Gonzalo
Santonja( 1989, 1997) reprodujo el Acta de fundación de la primera editorial
del exilio, que data del 12-01-1940.En este documento se nombra a José Bergamín
Director Técnico de la Sociedad y,
de hecho, será el escritor madrileño quien marque la línea editorial desde
1940 hasta 1946, en que se hace definitiva su sustitución provisional en la
gerencia por Gallegos Rocafull, quien la había iniciado en abril de 1943. Son
resaltables las incorporaciones de los también exiliados Paulino Masip y de
García Bacca, y la colaboración tipográfica y el asesoramiento de Emilio
Prados en algunas ediciones. Las dificultades económicas, que pesaron desde su
fundación hasta extenuarla en 1948, no impidieron que de sus talleres salieran
las colecciones Árbol, Laberinto, Espiga, Lucero, y El Clavo Ardiendo; ni que
en ellas se publicaran casi setenta títulos, de los cuales, la mayoría,
durante los primeros tres años. Por
un lado, se reeditan los libros que aparecieran en Signo, la cual, codirigida
por Dámaso Alonso y Pedro Salinas durante el período republicano, publicó volúmenes
de autores clásicos que, sin ser críticos, iban precedidos de notas que
ayudaban a entender los textos. Las Poesías
Completas de San Juan de la Cruz(1942), De
Concordia y Discordia de Luis Vives, El
Victorial o Crónica de Don Pero Niño de Gutierre de Díez de Games, y Maravilla
del mundo de Fray Luis de Granada son libros que pertenecían al catálogo
de la colección Primavera y Flor de la editorial Signo, y que aparecen en la
colección Arbol de Séneca, salvo los poemas de San Juan que lo hacen en la
colección Laberinto. Pero las coincidencias son mayores entre los textos
publicados en la revista Cruz
y Raya - dirigida por el propio Bergamín y Eugenio Imaz, como secretario-,
y en las ediciones Arbol, que de ella dependían. Es el caso de La
Realidad y el deseo de Cernuda ( ampliada en Séneca, 1940), Piedras
Blancas (1940) de Paul L. Landsberg, Detrás
de la Cruz (1941) de Bergamín, Poesías
(1940) de Gil Vicente, Baraja de Crónicas
castellanas del siglo XIV (1940) editadas por Ramón Iglesia, Hombre
Adentro (Dos epístolas españolas) (1941) de Francisco de Aldana, ¿Qué
es la metafísica? (1941) de M. Heidegger y Literatura
española del Siglo de Oro (1941, Arbol 1934) de Karl Vossler. En
Séneca, también saldrán a la luz algunos de los textos que lo hubieran hecho
en la revista madrileña o en su editorial de no haberse producido el
levantamiento militar de julio de 1936, como Poeta
en Nueva York [iii].
En el ánimo de estas publicaciones resalta la afirmación de una tradición
cultural republicana, en algunos casos trágicamente revalorizada por los
acontecimientos históricos - especialmente representados por Antonio Machado y
Federico García Lorca - y es patente la inteligente incorporación de Unamuno
en este grupo de autores reivindicados, con la publicación de La
ciudad de Henoc (1941), Cuenca Ibérica
(1943), y La enormidad de España
(1943), convirtiéndose así en el autor con más libros impresos en Séneca,
después de Bergamín. Unamuno y Antonio Machado son víctimas de sendos
intentos de apropiación de la
memoria histórica - como apunta
Santonja (1997) - por parte de editores afines al régimen. Hecho que fracasaría,
en parte quizás, por la labor de los editores del exilio. En Arbol, aparece Laurel.
Antología de poetas líricos de la lengua española (1941) - selección a
cargo de Emilio Prados, Juan Gil Albert, Octavio Paz y Xavier Villaurrutia- con
las polémicas ausencias de León Felipe y Pablo Neruda; así como estudios
filosóficos, históricos y de arte de José Gaos, D. García Bacca, Joaquín
Xirau, J. Bergamín. También se reedita España,
aparta de mí este cáliz (1940) que reprodujera Manuel Altolaguirre en las
épicas ediciones del Ejército del Este. Tipografía
No
es posible dejar de mencionar, aunque sea de paso, las características tipográficas
de la editorial. Sobresale en esta labor Emilio Prados que figura en los
colofones de al menos quince libros como director tipográfico. La editorial
trabaja con imprentas de especial renombre en el ámbito mexicano: Talleres Gráficos
la Nación, Talleres de la Editorial Cultura del tipógrafo Rafael Lorea Chávez,
talleres de la Editorial Galatea y Gráficas Panamericanas. Es curiosa la
participación de M. Altolaguirre en la edición de Camino
Leal (1941) de Francisco Martínez Allende, que se acabó de imprimir en
los talleres de la Verónica que el malagueño había instalado en la Habana.
El precepto modernista, que hace suyo la vanguardia, de que el libro es un
objeto de arte en sí, en su encuadernación, tipos, tintas y grabados es
especialmente defendido en Séneca aunque con la sobriedad de las dos tintas,
creando así un precedente que será imitado por muchos editores del exilio:
desde Costa-Amic en México a Lorenzo Varela en Argentina y
Arturo Soria en Chile. Manuel
Altolaguirre
Al
poeta malagueño, que con Moreno Villa y Emilio Prados había publicado los
primeros libros de García Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Concha Méndez
en su ya mítica editorial Sur y en la revista Litoral;
se le pueden seguir los pasos con precisión por los libros impresos en sus
editoriales y por las revistas que editó: Sur, Litoral (revista e
imprenta), Héroe (revista y
ediciones), Hora de España,
Publicaciones del Comisariado del Ejército del Este, La Verónica (revista y
editorial, Cuba), El Ciervo Herido (Cuba), Ediciones 1616 (Londres 1934-35 y
Cuba 1941, revista y ediciones),entre otras.
Altolaguirre, artesano de la
imprenta, introductor de los caracteres Bodoni en España,
hizo de la edición, no ya una forma de expresión poética, sino una
forma de vida, y hasta una lección constante de ética cultural en la paz y en
la barbarie de la guerra y del exilio. James
Valender ha recuperado gran parte de esa trayectoria en sus ediciones de la Obra
Completa (1986) y en el hermoso número homenaje que la revista Litoral
dedicara a su fundador (1989). En México, los pasos del poeta se siguen más
tímidamente porque - aún siendo importante su colaboración en el F.C.E., y
con la Subsecretaría de Instrucción Pública , o en la fundación de un nuevo Litoral
mexicano de sólo tres números, uno de ellos en homenaje a Enríque Díez
Canedo - su labor como impresor es menos intensa,
si se compara con la frenética actividad anterior ,
y, en gran medida, substituida por las tareas
de guionista de cine. Tras su llegada, en 1944, inicia sus ediciones
en México con La Verónica - el mismo nombre de la revista-editorial que
fundara en Cuba ( Santonja, 1996) -
con una colección denominada Aires de mi
España. Allí alumbran bellísimas impresiones
de la poesía de Quevedo, Lope de Vega, Góngora y San Juan de la Cruz . También
publica sus propios libros Poemas de las islas invitadas (1944)
con el sello de Litoral - premonición del intento de recuperar la revista en México
- y Nuevos poemas de las islas invitadas
(1946) impresos en Isla. Junto a ello, además, no es extraño encontrar en los
colofones de los libros de otras editoriales de Chile, Argentina, México o Cuba
el nombre de Manuel Altolaguirre, impresor. Rafael
Giménez Siles.
El
signo del exilio, pese a estas iniciativas institucionales, había de ser la
asimilación por la sociedad que les acogía, y más aún cuando las esperanzas
de un pronto retorno desaparecen en 1945. Las instituciones de acogida estaban
llamadas a transformarse o desaparecer . La transformación de España
Peregrina en Cuadernos Americanos, o de La Casa de España en El Colegio de México
son dos ejemplos de un proceso generalizado. El malagueño Rafael Giménez Siles
( 1900-1991) desvinculó pronto sus empresas del escaso apoyo del SERE.
Vinculado antes del exilio al P.C.E., fundó
la editorial Cenit en 1928 y, junto
a Joaquín Arderius, la revista política Nueva
España (1930-1931). Durante el periodo republicano desarrolla una notable
actividad de promoción cultural, auspiciando la celebración de las primeras
Ferias del Libro en Madrid (1933) o fomentando la creación
- desde la Agrupación de Editores- Españoles de los Camiones-librerías
con el propósito de acercar la cultura a
los lugares más remotos. Durante la guerra, desarrolla una amplia y muy
interesante actividad editorial con la fundación de Nuestro Pueblo, que reúne
publicaciones de volúmenes de Valle-Inclán o Miguel Hernández o colecciones
tan amplias como la Biblioteca Popular
de Cultura. Refugiado en México en
1939 y nacionalizado mexicano en 1940, funda allí ,con capital de aquel país,
la casa editora E.d.i.a.p.s.a. (Edición
y Distribución Iberoamericana de
Publicaciones S.A.) y Librerías Cristal con el objetivo de abarcar todas las
fases de la producción y comercialización
del libro: imprenta, distribución y venta. Como el mismo Giménez Siles
reconocía (1984), el modelo del que parte en este conglomerado de editoriales,
distribuidora y librerías que fue la CIAP; y como ésta hiciera con la Gaceta
Literaria, EDIAPSA refuerza su actividad comercial con el prestigio de una
de las revistas más interesantes del exilio: Romace.
Al entramado de editoriales en asociación, entre las que destaca por su calidad
literaria la Colección Málaga (v. nota 1) une, Giménez Siles, la creación de
las modernas Librerías Cristal que proliferaron rápidamente por todo el país,
e introdujeron fórmulas innovadoras como fueron el libre acceso al libro sin
que mediase ningún mostrador, la habilitación de salas de exposiciones, o la
política de que los locales estuvieran cerca de un cine y con un amplísimo
horario. Alejandro Finisterre, editor.
La
mejor aproximación a la labor de Alejandro Finisterre, seudónimo de Alejandro
Campos Ramírez, es la recopilación de documentos, poemas y recortes periodísticos
engarzados por comentarios del autor que publica él mismo en Ecuador 0º, 0,
0(1977). Nacido en Finisterre en 1919, estudia en la Coruña y Madrid. El
interés por las artes gráficas, las aventuras literarias
junto al malogrado Rafael Sánchez Ortega - la publicación de la revista
Paso a la Juventud - y la amistad con
León Felipe trazarán una vocación hacia la literatura que todavía se
mantiene. Tras diversos intentos frustrados, logra salir de España en 1947. En
París, toma contacto con los círculos de la emigración, trabaja en la
Radiodifusión francesa junto a Salvador Bacarisse, colabora en la revista LEspagne
Republicane, además de publicar dos libros: uno de poesía y un estudio
sobre danza española. En 1952 funda en Quito Ecuador 0º, 0, 0 con el
objetivo de difundir lo más
olvidado por los editores comerciales, tanto en poesía como en teatro y
ensayo literario; y si bien el primer número se publica en Ecuador y el segundo
en Guatemala, será en México, país al que llega en 1956 [iv],
donde se editarán los volúmenes de la primera y segunda época (1952-1968 y
1968-1977). La revista-colección se inicia con tres antologías de poesía en
cuyas nóminas aparecen, junto a escritores autóctonos, escritores exiliados
españoles. Se trata de poesía en Ecuador, Guatemala y México, y no
de, preposición que restringiría el número de antologados. A partir de
1959 el ritmo de publicaciones de Ecuador se hace más intenso, hasta llegar a
los 201 títulos en 1968. Se editan fundamentalmente libros de escritores
hispanoamericanos contemporáneos y exiliados españoles, aunque no faltan títulos
que parecen querer avalar el carácter universalista en el tiempo y en el
espacio de la colección: Oda marítima
(de Fernando Pessoa; Numancia de
Cervantes (pról. de Max Aub) (1963), Rilke
o P. Claudel..Entre los españoles, Max Aub publica el espectáculo Del
amor (1959,; 1972 2da.), el drama Deseada
(1965) , la primera y única edición de Juego
de cartas (con ilustraciones del pintor apócrifo Josep Torres Campalans
,1962), y el Diario de Djelfa (1966);
León Felipe: El juglarón (1960),¿Qué se hizo el rey don Juan? (1961) Antología y homenaje (1965). También
aparecen libros de Juan Rejano,
Ernestina Champourcin, Luisa Carnés, Celso Amieva, José Moreno Villa, Emilio
Prados, Mª Teresa León, Maruxa Vilalta, Mada Carreño, Juan José Domenchina.
La segunda época de Ecuador 0º,0,0 se inicia con la publicación de
una Antología (1973, 1) de Pedro
Garfias (pról. de Juan Rejano) y termina con Simplicio Revulgo (1978). A
Ecuador se le suman otras colecciones que mantienen el mismo objetivo de dar a
conocer la literatura olvidada por los imperativos comerciales: Relatos
Extraordinarios, la Colección León Felipe - una recopilación de la obra
completa del poeta: poesía, ensayo, memorias, traducciones. Por último,
resaltar la importancia de la colección Perspectivas Españolas,
que agrupa ensayos sobre el exilio, la literatura o la cultura española[v].
Pese a que Alejandro Finisterre realizó algunos viajes a España -en 1966 para
realizar antología de poesía gallega y más tarde, para colaborar con
editoriales españolas[vi]-,
se siguen imprimiendo sus libros durante los años 70 en los Talleres de Gráficas
Menhir de la calle Galicia en México, muestra de las dificultades del editor
para acceder al mercado español durante la década. Quedan
en los tipos de imprenta una gran cantidad de impresores españoles en el exilio
de los cuales no hemos podido dar, ni siquiera breve noticia. La labor de
Julio Sanz Sainz - recientemente desaparecido - en UTHEA; la de Juan
Grijalbo en Atlante y Grijalbo; la de Enrique Díez-Canedo en Joaquín Mortiz
desde 1962; la de Bertomeu Costa-Amic, Tísner,
Frank de Andrea y Julián Gorkín con
las ediciones Costa-Amic, Libro Mex, Publicaciones Panamericanas y Quetzal (en
ésta última participó R.J. Sender);
o , por finalizar, la de Neus Espresate y Vicente Rojo con Ediciones Era; nos
hablan de un regreso desigual pero fundamental para entender el panorama cultural de los últimos años del franquismo, la transición,
y, éstos de monarquía constitucional. Juan
F. Escalona, septiembre d 1997. BIBLIOGRAFÍA.
-AZNAR,
Manuel (edición), La literaturas
exiliadas en 1939, GEXEL/Associació d´Idees, Sant
Cugat del Vallès, 1995, 115 pp.
Contiene :Informe sobre la literatura del exilio" y la recopilación
bibliográfica La Biblioteca del Exilio. -AMO,
J. y Carmion Shelby
La obra impresa de los intelectuales españoles en América 1936-1945,
Stanford (California), Stanford University Press, 1950, 145 pp. Catálogo
de obras que exhibe el Pabellón de la República Española en la IV Feria
Mexicana del libro y exposición del periodismo,
México, (sin editor), 1946, 44 pp. -CAUDET,
Francisco, Cultura y exilio. La revista
España Peregrina (1940),
Valencia, Fernando Torres, 1976, pp. 10-21. -FINISTERRE,
Alejandro (compilador), Simplicio Revulgo. Coplas de maldecir, plegarias y flornabos del tiempo
y del espacio, México, Finisterre, Ecuador 0º, 0, 0 , nº 19, 2ª
época, 1977, 227 pp. (
ilustraciones de P. Picasso). -GIMÉNEZ
SILES, Rafael, Retazos
de un obstinado aprendiz de editor, librero e impresor , México,
Impresora Azteca, 1984, 116
pp. -LIDA,
Clara E. /José A. Matesanz /Beatriz Morán, Las instituciones mexicanas y
los españoles refugiados: La Casa de España en México y
los Colegios del exilio, en José
Luis ABELLÁN, José Luis y Antonio
MONCLÚS (coord) , El pensamiento español
contemporáneo y la idea de América, , Barcelona , Anthropos (Pensamiento
Crítico/Pensamiento Utópico, 42 y
43) pp. 79-155) , vol. 2º. -LIDA
, Clara E., Los intelectuales españoles y la fundación de el Colegio de México,
en Nicolás Sánchez Albornoz ( copilador ) El
destierro español en América. Un trasvase cultural, Madrid,
I.C.I.-Sociedad Estatal Quinto Centenario-Siruela, 1991, pp.
95-102. -MARTÍNEZ,
Carlos ,Crónica de una emigración (La de
los republicanos españoles de 1939), México, Libro Mex Editores, 1959, 535
pp. -SANTONJA,
Gonzalo , La editorial Séneca y los libros iniciales del exilio Cuadernos Hispanoamericanos, 473-474 (
nov-dic., 1989), pp. 191-199.
-,
Un poeta español en Cuba: Manuel
Altolaguirre, Barcelona, Círculo de Lectores (Galaxia Gutenberg) , 1996,
276 pp. -,
Al otro lado del mar. Bergamín y la editorial Séneca, (México, 1939-1949) ,
Barcelona, Círculo de Lectores (Galaxia Gutenberg) , 1997, 270 pp. -SUÁREZ,
Luis, Prensa y libros,
periodistas y escritores, en AAVV, El exilio español en México 1939-1982, Salvat-F.C.E., México,
1982, pp. 601-621.
[i]
"Pocos saben que el autor del emblemático
dibujo de la editorial FCE es obra de José Moreno Villa [...] Algunos intérpretes
traviesos sostienen que la "F" simboliza una cruz a cuyos costados
se acomodan un ladrón bueno por su fe en la letra (la "C" de
cultura) y un ladrón malo (la económica "E"). No extraña que
Moreno Villa haya sido el autor de este emblema. L a amistad que lo unió a
los fundadores de la editorial (
) y de la Casa de España en México, hoy
Colegio de México, dejó no pocas huellas en los catálogos de ambas
instituciones" .En Adolfo Castañón, "José Moreno Villa a la luz
de sus ojos", La Gaceta del FCE,
nº 285 ( sep. 1994), p. 8. [ii]
"Con el fin de ayudar a los
refugiados, el S.E.R.E. creó
también la Financiera Industrial y Agrícola S.A. (FIASA), que fomentaba el
desarrollo de empresas y
establecimientos creados por los republicanos españoles. Fundó, así mismo
grandes empresas en las que se daba trabajo a los emigrados, como los
"Talleres Vulcano", "Grasas y aceites", "Los
Laboratorios de Industrias Químico-Farmaceuticas" dirigidos por José
Puche, y empresas de gran relieve cultural como la Editorial Séneca
diorigida por José Bergamín". José Mª del Valle, Las
instituciones de la República Española en el exilio, p. 52. [iii]
Gonzalo Penalva, reconstruye la historia
del manuscrito de García Lorca y remarca el papel de José Bergamín en la
publicación de Poeta en Nueva York
en Tras las huellas de un fastasma.
Aproximación a la vida y obra de José Bergamín, Madrid, Turner 1985,
pp. 162 y 163 [iv]
Los intentos de secuestro que sufre
Alejandro Finisterre por parte de agentes franquistas y la policía del
dictador guatemalteco Castillo Armas y el acoso policial le hacen emigrar a
México en este año. Unicamente su ingenio "tragicómico" - como
él mismo lo definió (entrevista inédita febrero de 1995)- , en el primer
intento, y el apoyo de intelectuales de Guatemala, en la segunda tentativa
de secuestro, impidió que fuera "trasladado" a Madrid. Guatemala
había sido uno de los pocos países que en el primer lustro de los 50
mantenía relaciones con el Gobierno Republicano en el exilio. Esta situación
cambió radicalmente tras el golpe de estado de Castillo Armas. [v]
Juan Marichal, El nuevo pensamiento político español, 1966, 148 pp.; José
Ramón Arana (Pedro Abarca), Cartas a las nuevas generaciones españolas,
1968, 190 pp.; F. Ayala España en la cultura
germánica . España hasta la fecha, 1968, 140 pp. ; Manuel Andújar,
Cartas son cartas, 1968, 146 pp.; Américo Castro De la España que aún no
conocía, 2 vols, 1972, 272 pp.; VVAA, La República Española existe;
Manuel Durán, Sobre literatura española contemporánea (De
Valle-Inclán a León Felipe, )1974, 303 pp., entre otros. [vi]
Por ejemplo la espléndida edición del
libro de Juan Larrea, Pablo Picasso.
Guernica, Madrid, Cuadernos para el Diálogo/A. Finisterre, 1977, 182
pp. |
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