Abstract: |
Desde hace décadas los test «objetivos» y exámenes «tipo test» han sido objeto de un debate controvertido. Parecía que los nuevos modelos educativos y las crecientes tecnologías harían que estas maneras de evaluar quedasen obsoletas frente a otras formas de evaluación más auténticas. Sin embargo, hoy en día siguen estando muy presentes en la evaluación universitaria, en procesos de acreditación y en la formación en general, siendo muy habituales en las plataformas formativas digitales. Las pruebas tipo test o de elección múltiple tienen, como cualquier otro tipo de prueba, ventajas e inconvenientes, aunque, en este caso, los usuarios tienden a ponderar solo las primeras. Si atendemos al volumen de evaluaciones en que se aplican y a la repercusión de sus resultados para los examinados, sorprende la falta de normativa sobre la calidad de este tipo de exámenes. Existen regulaciones para evitar el fraude por parte de las personas que realizan la prueba y también directrices internacionales de buenas prácticas sobre la creación y administración de los exámenes, aunque estas últimas son poco conocidas y, en cualquier caso, al tratarse de recomendaciones, su uso queda a criterio de las personas que vayan a usar la prueba. Tampoco es muy habitual que los docentes sometan a control sus pruebas, efectuando o solicitando un análisis de su calidad. De hecho, de acuerdo con el tópico predominante de que los exámenes tipo test son fáciles de crear y que de por sí aportan un valor de objetividad a la evaluación, este control puede parecer innecesario. La experiencia acumulada, sin embargo, muestra que el principal valor de este tipo de pruebas se reduce a la autonomía (que no sencillez) en la creación y, por encima de todo, a la facilidad de corrección, pero la supuesta objetividad de sus resultados no queda, ni mucho menos, garantizada. Como en cualquier otro procedimiento de evaluación, los test objetivos comportan unas reglas de juego que hay que conocer, porque, de lo contrario, el usuario asume una responsabilidad que parece que no le afecta directamente, pero siempre acaba perjudicando a sus examinados. Manteniendo un enfoque crítico, esta obra va dirigida a las personas encargadas de realizar evaluaciones, porque son ellas quienes deben tomar conciencia de las prestaciones y limitaciones de este tipo de instrumentos. No se trata de un manual especializado ni exhaustivo sobre medición educativa; en la bibliografía se encuentran algunas de las principales referencias en este campo que puede ayudar a profundizar en aspectos concretos. Tampoco se pretende debatir las ventajas e inconvenientes ni el estado de la cuestión de esta modalidad de evaluación. A partir de la experiencia de los autores, se propone una metodología de base para docentes de diferente perfil interesados en esta modalidad de evaluación que les permita abordar de manera autónoma y con garantías el test del test de un examen. |