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La Historia del Bosque de los Letrados (Rulin waishi), de Wu Jingzi (1701-1754), es quizás la primera novela china que aborda abiertamente la sátira social, como afirma Lu Xun, el más célebre de los escritores chinos de principios del pasado siglo. Antes existieron, sin duda, creaciones de contenido satírico, pero Wu Jingzi instaura en el género una clara dimensión social al referirse no sólo al individuo o a la familia, sino al mundo oficial en general. Wu Jingzi censura sobre todo los éxamenes imperiales, vigentes en China desde el siglo VII, y los individuos que éstos modelan o que viven por y para ellos. Critica el arribismo, la corrupción, la soberbia del poder, los personajes venidos a más que olvidan sus orígenes, los falsos letrados, los falsos inmortales, los hijos piadosos corrompidos por la gloria, los geománticos, las nuevas costumbres sociales, etc. Una crítica que afecta sólo a una parte del mundo particular de cada personaje, pues éstos -gran logro narrativo- actúan como individuos complejos cargados de contradicciones, poseen una personalidad rica en matices que escapa de cualquier esquematismo. No existe un único protagonista, sino varios que aparecen sucesivamente de la mano del anterior para volver a surgir, como un fogonazo, en el momento menos pensado, lo que evita que la narración sea una serie de episodios inconexos. La sucesión de escenas evita la simplicidad gracias a un referente continuo que aparece en el momento menos pensado, la certeza de que «cien años pasan volando», como dice la poesía final, la presencia de la muerte para recordarlo, más como elemento necesario e inevitable que como tragedia. En este sentido sigue la línea de las novelas citadas en el prólogo (Jinpingmei, A la orilla del agua) adelantándose en unas pocas décadas a otra gran novela de la antigüedad china, el Sueño del pabellón rojo, libros todos que condensan en sus páginas el sincretismo espiritual del alma china. |