Resumen: |
Permítanme comenzar con una afirmación contundente: el español es una lengua internacional. Estoy seguro de que si pidiese a un auditorio cualquiera, a ustedes por ejemplo, que escribiesen durante un minuto los nombres de las lenguas internacionales que se les ocurran, muy pocos, tal vez ninguno, olvidaría incluir el español en su lista. También incluirían probablemente el francés; y nadie, absolutamente nadie, olvidaría el inglés. Tal vez la mayoría de las listas comenzasen por esta lengua. Ya no sería tan probable, en cambio, que en todas las listas figurasen el ruso, el chino, el alemán, el árabe o el malayo. Tal vez no faltaría entre ustedes quien estuviese dispuesto a negar que alguna de estas lenguas sea realmente internacional. Y probablemente nadie anotaría en su lista el quechua o el vascuence. Espero, pues, que estemos todos de acuerdo con mi declaración de partida acerca de la internacionalidad del español. |