Resumen: |
Con la aprobación de la reforma del año 2012, se culminó la metamorfosis del ordenamiento jurídico-laboral español ya iniciada por las reformas anteriores, de 2010 y 2011, y, a la vez, se adaptaba dicho ordenamiento a las nuevas necesidades de la sociedad española, que se encontraba asolada por una gran crisis económica. La reforma fue duramente criticada, en este sentido, una de las modificaciones más censuradas fue el cambio en la estructura de la negociación colectiva, donde se optó por establecer una prioridad aplicativa a favor de los convenios de empresa y, de esta forma, descentralizar dicho sistema. Prueba de esto es la incorporación, en los dos recursos que se presentaron ante el Tribunal Constitucional, del cambio en el sistema de negociación como uno de los fundamentos de la inconstitucionalidad de la reforma, inconstitucionalidad que el Constitucional considero inexistente. Asimismo, la descentralización del sistema derivó en un aumento de la impugnación de convenios por la vulneración del principio de correspondencia, debido a los intentos de aprobación de convenios empresariales con ámbitos de aplicación que no correspondían con la legitimación de las partes negociadoras. En este sentido, los tribunales, de forma más o menos unánime, han optado por decretar la nulidad de los convenios que infringen este Principio, a la vez que abrían una nueva vía de negociación de convenios empresariales directamente con las organizaciones sindicales. No obstante, a pesar de los problemas enumerados anteriormente, las estadísticas avalan la reforma. Efectivamente, durante los años posteriores a la reforma, se produjo un incremento de convenios de ámbito empresarial y de nuevas unidades de negociación para dicho ámbito, produciéndose así una descentralización real del sistema. Sin embargo, la consecución de su objetivo no ha puesto fin a las críticas, planteándose el PSOE, para su más que próxima legislatura, una nueva modificación de la estructura del sistema de negociación colectiva que, seguramente, opte por una forma más centralizada que contente a los sindicatos y a los trabajadores españoles, principales críticos de la reforma. |