Desde los albores de la reflexión traductológica se ha trazado una diferencia entre la traducción literal (en términos generales, palabra por palabra) y la traducción libre (a saber, sentido por sentido). Más allá de diversos ajustes, tal dicotomía se mantiene vigente en la traductología contemporánea. En particular, el Modelo Interpretativo, propuesta fundacional del enfoque cognitivo en la disciplina, postula una distinción entre la transcodificación (el establecimiento de correspondencias formales entre unidades fuente y meta) y la desverbalización (proceso por el cual se capta el sentido no lingüístico evocado por el texto fuente para luego reformulárselo mediante los recursos expresivos de la lengua meta). Ambos constructos se proponen, pues, como alternativas procesuales dentro del sistema cognitivo del traductor y el intérprete. A pesar de su valor práctico y su atractivo teórico, los críticos del modelo han sabido apuntar que éste responde más a la intuición y la especulación que a la evidencia científica. Aunque tales críticas están bien fundadas, no se sigue de ellas que los constructos referidos sean implausibles. De hecho, hay diversos estudios empíricos que confirman la existencia de ambos procesos a nivel psicolingüístico y neurológico. En este trabajo se presenta y analiza parte de la evidencia conductual, neurofisiológica y afasiológica que corrobora la distinción propuesta por el Modelo Interpretativo. Así, se pretende demostrar que la diferenciación entre la transcodificación y la desverbalización no sólo es plausible en términos psicológicos, sino también a nivel cerebral.
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