El llenguatge no sexista a la comunicació escrita

Servei de Llengües de la UAB

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abr. 30 2014

Gènere no marcat

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CARLES DUARTE I MONTSERRAT

La llengua ha estat l’escala per la qual l’ésser humà s’ha anat enlairant pels camins del pensament. Ens ha permès l’abstracció, perquè el mot cadira no en designa només una de concreta, sinó tots els seients que responen a les mateixes característiques. Ens ha facilitat la transmissió dels coneixements i, doncs, el progrés. Ha esdevingut una eina de construcció de comunitats humanes perquè constitueix una part fonamental de la nostra personalitat col·lectiva. La llengua no és neutra i expressa concepcions del món. Per això a la fi del franquisme, quan el català es va reincorporar a les institucions públiques, no n’hi havia prou de traduir del castellà que reflectia un règim dictatorial on el ciutadà era un súbdit inferior. Recordem-ne l’habitual verb “suplicar” o fórmules recurrents com “Gracia que espera obtener de V.I., cuya vida guarde Dios muchos años”.
Un dels aspectes que en aquell moment es van revisar va ser l’ús generalitzat de pràctiques sexistes, que arribaven a l’extrem de demanar en una sol·licitud la professió del pare, però no la de la mare, perquè només l’home era considerat rellevant. En la definició dels models que es van impulsar aleshores es van tenir en compte les reflexions que aportaven les experiències anglesa o francesa, on existia una consciència creixent de la necessitat de reconduir una forma de fer que partia de la premissa de la inexistència lingüística de la dona en impresos que podien ser emplenats tant per dones com per homes. De fet, tant en català com en castellà les acadèmies que vetllen per la normativa van haver d’introduir modificacions significatives als diccionaris respectius per encabir-hi les formes femenines de professions que fins aleshores només tenien com a forma normativa la masculina. Al Diccionari general de la llengua catalana de Pompeu Fabra, posem per cas, hi havia una entrada “arquitecte m.” amb la definició “El qui professa o exerceix l’art de construir”, que ara té la doble entrada “arquitecte arquitecta” i on s’ha substituït “El qui…” per “Persona que…”.
És cert que, portada a l’extrem, aquesta correcció dels usos sexistes del llenguatge podria dur (i en algun cas efectivament ha dut) a redactar textos ortopèdics per la reiteració fins a l’extenuació i la il·legibilitat del recurs a dobles fórmules en masculí i en femení. Però també ho és que darrerament s’ha defensat amb insistència l’argument que no es pot confondre sexe amb gènere gramatical, que el masculí és un gènere no marcat i que, per tant, fent servir el masculí ja som al cap del carrer perquè les dones i els homes hi siguin plenament representats.
Ara bé, partir de la premissa que el llenguatge és neutre, que no reflecteix relacions de poder, és d’una ingenuïtat entendridora i ignora l’origen i l’evolució del llenguatge humà. Potser no fa nosa esmentar que l’etimologia de l’anglès woman ens duu al concepte “esposa de l’home”. Com gairebé sempre, es tracta de trobar el punt just d’equilibri, que no ens torni a èpoques en què la dona es pressuposava subordinada a l’home.

Diari de Girona, 27-4-2014

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març 27 2014

Parlar per a totes (les persones)

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Sexisme 1 001

El sexismo que ocultan las palabras

Sexisme
Hace décadas que la mujer goza de igualdad legal, pero son muchos los ámbitos en que continúa sin recibir el mismo trato. Y uno de ellos es el lingüístico. El habla cotidiana mantiene muchos tics sexistas
ES | 07/03/2014 –

Hoy ya a nadie sorprende oír hablar de la ministra, todo el mundo entiende que la médica es una mujer que ejerce la medicina y no la mujer del médico, y cualquier discurso público que se precie comienza con un señoras y señores, ciudadanos y ciudadanas, candidatos y candidatas… La igualdad legal entre hombres y mujeres y la masiva incorporación de la mujer a todos los ámbitos públicos y privados han modificado la forma de hablar, han feminizado muchos términos referidos a oficios, cargos y profesiones y han forzado cambios expresivos en el lenguaje formal y políticamente correcto. Sin embargo, basta escuchar con intención cualquier conversación cotidiana –da igual que sea banal o profesional–, para descubrir que el lenguaje habitual está lleno de expresiones y estructuras que en el mejor de los casos perpetúan estereotipos que perjudican o invisibilizan a las mujeres y en el peor las denigran.

“Eres una nenaza”, “esto es un coñazo”, “hijo de puta”, “los niños no lloran” son expresiones muy frecuentes y claramente machistas. Pero tampoco es muy igualitario decir “tengo que ir al médico; llamaré a la enfermera para pedir hora” en todas aquellas ocasiones en que no sabemos el sexo de nuestros interlocutores, o “cuando el hombre vivía en cavernas…” para referirse a los seres humanos, o “niños, sacad los cuadernos” en un aula mixta. Las palabras tipa, individua o zorra siguen remitiendo a conceptos que nada tienen que ver con el femenino de tipo, individuo o zorro. Y es habitual escuchar en boca de una mujer “porque uno piensa que…” en lugar de “porque una piensa que…”, o incluso leer que “un joven fue atracado y golpeado por unos gamberros… y su novia también resultó herida”.

“A grandes rasgos podemos decir que hay dos tipos de sexismo en el lenguaje: las bromas, chistes y expresiones machistas, y el derivado del hecho de que el lenguaje tenga unas formas de hablar que oscurecen la presencia de las mujeres y dan prioridad a la realidad de los hombres. El primero es más fácil de controlar, pero el segundo es difícil de corregir porque las reglas gramaticales que han enraizado en el lenguaje son resultado de una sociedad misógina, androcéntrica, que pone al hombre como medida de todas las cosas y utiliza la palabra hombre para referirse a toda la humanidad, padre para hablar de padres y madres, etcétera”, afirma la socióloga Inés Alberdi.

Razón no debe faltarle cuando incluso los lingüistas más conservadores admiten que hay que corregir los usos del lenguaje sexista, evitar el léxico que resulte discriminatorio y feminizar los cargos y profesiones ejercidos por mujeres pero, en cambio, todas las iniciativas encaminadas a dar más protagonismo a las mujeres en el habla que afectan a la gramática suscitan controversia y no terminan de cuajar.

Sin duda el caso más significativo es el uso del masculino genérico. Quienes luchan por erradicar el sexismo del lenguaje rechazan que se utilicen expresiones masculinas para referirse a personas de los dos sexos. Proponen múltiples alternativas: desde el desdoblamiento de los sustantivos –niños y niñas, hombres y mujeres, directores y directoras…–, hasta el uso prioritario de nombres colectivos que hacen referencia tanto a hombres como mujeres –alumnado, profesorado, clientela, adolescencia, licenciatura, infancia, niñez, ingeniería, vejez, jefatura, alcaldía, tutorías, ciudadanía…–, pasando por utilizar quienes –en vez de decir “el que lo vea” usar “quien lo vea” o “quienes juegan al fútbol” en lugar de “los futbolistas, por ejemplo–, evitar el artículo los –y hablar de “jóvenes y ancianos” y no de “los jóvenes y los ancianos”– o incluso emplear el femenino plural como genérico cuando hace referencia a las personas, con ejemplos como “¡juntas podemos!” o “hablar para todas”.

Pero todas estas propuestas tienen multitud de detractores. Tal vez no cuajan porque al menos algunas de ellas no resultan muy operativas. Hay quien encuentra ridículo, artificial y poco eficaz pasarse el día desdoblando sustantivos. “Para mí no es operativo tener que precisar que ayer fui con mis hijos y mis hijas, mis hermanos y mis hermanas al cine, y que hoy he quedado con mis amigos y mis amigas para cenar; la reiteración puede servir para arrancar discursos o escritos oficiales, pero no podemos duplicar la extensión de todas nuestras conversaciones”, expone una de las personas consultadas. “Es cierto que en lugar de decir los españoles consumen podríamos decir la población española, pero la realidad es que nuestras normas lingüísticas reconocen el uso del masculino con sentido inclusivo, para designar a los dos sexos, y no veo razón para no hacerlo”, afirma otra. Tampoco es demasiado bien acogida la propuesta de usar el femenino como genérico. “No podemos escribir y hablar como nos apetezca, ha costado mucho tiempo institucionalizar una lengua para ahora saltarnos las normas”, arguye uno de los detractores.

El uso del femenino para referirse a hombres y mujeres no deja de ser la misma forma de discriminación pero con el otro sexo, pero hay formaciones políticas y grupos de opinión que lo utilizan a modo de protesta y provocación para evidenciar que el lenguaje no es aséptico y que el género de las palabras importa. “Cuando en un congreso mixto de ginecología se habla en femenino y algún ginecólogo se queja porque se siente excluido debe ser que el género sí es importante, así que también debería ser considerado como tal para las mujeres”, ejemplifica la socióloga Marina Subirats.

Su colega Inés Alberdi no alberga ninguna duda de que el género que se usa al hablar trasciende a la gramática. “Hace años una amiga recibió una carta del ayuntamiento de Madrid firmada por el entonces alcalde, Juan Barranco, encabezada por un genérico ‘Querido Luisa’, y decidió contestarla con un ‘Querida Juan Barranco’; la carta molestó mucho, porque aunque se considera que la mujer no debe molestarse cuando se la trata en masculino, el hombre sí se ofende si se le habla en femenino porque existe el convencimiento de que lo masculino es superior”, relata.

De hecho Alberdi cree que es la asociación de lo masculino con mayor valor lo que dificulta muchos de los esfuerzos en favor de un lenguaje menos sexista. “Hay mucha gente, mujeres en muchísimos casos, que se resisten a feminizar nombres, cargos u oficios porque parece que cualquier título en femenino vale menos, y que si una mujer se presenta como arquitecto resulta más serio que si dice que es arquitecta”, comenta.

Eulália Lledó, catedrática de literatura catalana y experta en coeducación que lleva años desarrollando las denominaciones de cargos y oficios en femenino para dar visibilidad a las mujeres, se ha topado con esas resistencias. En su catálogo de profesiones de la A a la Z en masculino y femenino, Lledó explica cómo hay quien pone trabas a emplear el femenino en oficios como músico aduciendo que se puede confundir con la música como arte pero no ve ese problema de confusión con objetos o adjetivos cuando se trata de masculinos como frutero, sereno o estadístico, por ejemplo.

Lledó asegura que una de las constantes de cualquier lengua es la facilidad con que admite palabras nuevas para describir realidades o valoraciones nuevas, y también la facilidad con que se desprende en el uso cotidiano de palabras cuando ya no son necesarias. Por eso opina que aunque parezca que es difícil hablar sin resultar sexistas y que algunas alternativas propuestas parezcan farragosas, si la sociedad toma conciencia de que es importante corregir los tic sexistas del lenguaje acabarán abriéndose paso nuevas fórmulas. “Hace un tiempo parecía extraño utilizar palabras como profesorado o alumnado en el ámbito educativo y ahora están muy generalizadas; igual que podemos decir persona, ser humano o ser vivo en lugar de hombre cuando es sinónimo de humanidad y funciona; y decir fiscala en vez de fiscal te sonará mejor o peor pero, como se ha comprobado con el término ministra, al final es una cuestión de hábito”, reflexiona.

Alberdi está convencida de que todos estos cambios para evitar los usos sexistas del lenguaje serían más rápidos si no existieran organismos reguladores de la lengua como la Real Academia Española (RAE) o el Institut d’Estudis Catalans (IEC). “En el mundo anglosajón ha bastado con que hubiese grupos activos que lo planteaban para promover el cambio de que en las reuniones de universidad o de empresa deje de utilizarse el término chairman para referirse a quien las dirige y se utilice chairperson, del mismo modo que se suprimieron los tratamientos de Miss y Mrs para no discriminar a las mujeres frente a los hombres haciendo alusión a su estado civil y ahora se utiliza el neutro Ms; y en Estados Unidos han cambiado mucho los hábitos lingüísticos y muchos libros dedicados a cómo hacer carrera profesional están escritos en femenino precisamente para que no parezca que es cosa de hombres”, ilustra.

Sin embargo, en España son muchas las voces reticentes a promover cambios forzados en el lenguaje, entre ellas, y en el caso concreto del castellano, las de la mayoría de miembros de la RAE que suscribieron el informe sobre Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer que elaboró el académico Ignacio Bosque. Leonardo Gómez Torrego, especialista en gramática normativa y asesor de Fundéu (Fundación del Español Urgente), opina que hay que distinguir entre léxico y gramática. “El léxico ha de ser políticamente correcto y los cambios se pueden impulsar desde la sociedad, sobre todo por parte de los políticos, de tertulianos y de personas relevantes que pueden favorecer y promocionar modificaciones en el uso de las palabras; pero la gramática es aséptica, tiene unas reglas de género masculino y femenino, de singulares y plurales, de tiempos verbales, etcétera que no podemos cambiar por la fuerza, sino que evolucionan con el tiempo, lentamente”, asegura. Por eso tanto Gómez como Bosque rechazan las propuestas de las guías de lenguaje no sexista que conculcan aspectos gramaticales o léxicos del sistema lingüístico.
Magí Camps, responsable de Edición de La Vanguardia, también considera que “ir contra el masculino genérico es ir contra la esencia gramatical de nuestra lengua” y justifica que hablar en masculino para referirse a hombres y mujeres no es sexista, sino la aplicación del género gramatical de las lenguas románicas, donde el masculino actúa además como genérico. “En inglés es más fácil porque hay más nombres colectivos que engloban a los dos sexos, como parents (padres y madres), children (niños y niñas)…”, señala. Para Camps, la forma de dar visibilidad a la mujer al hablar o en los medios de comunicación no es utilizar el femenino, ni desdoblar constantemente los sustantivos o inventar una terminación en @ difícilmente pronunciable, “sino cuidar el enfoque y la inclusión de voces femeninas para hablar de los temas, y feminizar todas las palabras que tienen desinencia, como ministra, ingeniera, música…”.

Teresa Cabré, catedrática de Lingüística y Terminología de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y miembro del Institut d’Estudis Catalans (IEC), coincide en que el sexismo no es un problema gramatical sino social. “El lenguaje refleja la conceptualización de la realidad en nuestra mente, y mientras no cambiemos la percepción no se solucionará el problema por más que tratemos de visibilizar a la mujer al hablar”, enfatiza.

En cambio Marina Subirats cree que, precisamente porque el lenguaje es la representación mental que tenemos del mundo, es relevante nombrar explícitamente a las mujeres al hablar “ya que si no las nombramos normalmente olvidamos su existencia y la diferencia que supone ser mujer o ser hombre en muchos aspectos”. Y precisa que no se trata de nombrar el masculino y el femenino de forma mecánica, como latiguillo dialéctico constante, sino de utilizar el desdoblamiento de género para evidenciar visiones y realidades distintas. “Un ejemplo muy claro es distinguir entre conductores y conductoras cuando se habla de tasa de accidentes, porque es distinta y hay que dar esa otra visión del mundo”, enfatiza.

Cabré, por su parte, considera que la clave es encontrar un equilibrio entre la eficiencia del discurso y el criterio de quien habla, de modo que la ideología de cada cual inclinará más la balanza en un sentido u otro. En su caso, explica, rechaza el uso del femenino genérico por su convencimiento de que “la gramática cambia por evolución, no forzada”, pero también desaconseja el uso generalizado del masculino genérico que lleva a escuchar “porque uno piensa…” de boca de mujeres, cuando pueden decir “una piensa…”.

En realidad, las fórmulas para no resultar sexista al hablar son bastante personales y cada persona tiene la posibilidad de elegir la combinación idónea de igualdad y normativa lingüística con que se siente más cómoda. Magí Camps, por ejemplo, rechaza el uso del femenino genérico “porque sería romper con nuestra gramática” pero afirma que si imparte clases en un aula integrada por 40 chicas y tres chicos se dirige a su auditorio en femenino.

Ignacio Bosque considera que más que hablar de “uso sexista del lenguaje” habría que hablar de “sexismo con el lenguaje”, del comportamiento sexista de las personas usando el lenguaje como instrumento. “Si los organizadores de un congreso convocan a una cena a ‘los participantes acompañados de sus esposas’, estarán siendo marcadamente sexistas, pero si convocan a una cena a ‘todos los participantes en el congreso’ no lo serán porque en la expresión ‘todos los participantes’ están incluidos los hombres y las mujeres”, opina.

Renovar los diccionarios
Todavía hoy, el diccionario de la RAE define huérfano o huérfana como “la persona a quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre”; cocinilla como “hombre que se entromete en cosas, especialmente domésticas, que no son de su incumbencia”; y gozar como “conocer carnalmente a una mujer”.
Y el del IEC recoge la palabra faldilletes (faldillitas) para referirse a hombre afeminado, define coqueta como mujer que busca agradar a los hombres, amo como cap (jefe) de casa y ama como criada principal.
Con estas credenciales no es de extrañar que cada vez que se habla de los sesgos sexistas del lenguaje surjan voces que exijan revisar y actualizar los diccionarios. Pero no son unánimes. “El diccionario no es la vía para reivindicar la igualdad; su función es definir las palabras y expresiones que empleamos, aunque no sean políticamente correctas”, opina Magí Camps. “En los diccionarios deben estar presentes las palabras con contenido sexista si se utilizan efectivamente, porque deben recoger el léxico que se utiliza; si en la calle se usa la expresión trabajar como un negro, en el diccionario debe figurar; otra cosa es que tú la utilices o no”, considera Teresa Cabré, miembro de l’IEC. Cree, no obstante, que los diccionarios sí deben corregir la presencia de términos femeninos no adecuados con marcas como “en recesión” o “abusivamente” y visibilizar a la mujer en situaciones de prestigio social con ejemplos. Pero defiende un equilibrio con la eficiencia discursiva del diccionario, de forma que cuando se elaboró el Diccionari general de la llengua catalana del IEC no creyó adecuado repetir el masculino y el femenino en cada definición. “No digo si es correcto o incorrecto, pero sí que decidimos utilizar el masculino genérico cuando no era posible utilizar una palabra abstracta”, justifica.
El académico Ignacio del Bosque, por su parte, justifica que “si el diccionario de la RAE recoge términos que pueden considerarse ofensivos es porque están abundantemente documentados en textos recientes; si dejan de usarse, el diccionario los eliminará o los marcará como anticuados, como hace con muchas palabras”. En la misma línea, Leonardo Gómez enfatiza que las expresiones denigratorias son el reflejo de las actitudes machistas de la sociedad en el léxico y no hay que cambiarlas en el diccionario sino en las personas. “Cuando la sociedad deje de ser machista se dejarán de utilizar y entonces el diccionario lo reflejará”, remarca.

 https://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20140307/54402851720/el-sexismo-que-ocultan-las-palabras.html#ixzz2x9k4jkKw 

(L’edició en català del suplement Estils de Vida de La Vanguardia no està disponible electrònicament).


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nov. 15 2013

Visibilitzar o marcar

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Carme Junyent: ‘Que s’acabi aquesta comèdia de desdoblar en masculí i femení’

 

Entrevistem la filòloga, que publica el llibre ‘Visibilitzar o marcar. Repensar el gènere de la llengua catalana’

D’uns anys ençà, documents, disposicions legals i discursos s’han omplert de ‘tots i totes’, ‘benvinguts i benvingudes’, ‘nens i nenes’, ‘alumnats’ i ‘persones treballadores’. De vegades s’arriba a expressions caòtiques o ridícules. Fins a quin punt aquests desdoblaments i noms genèrics fan més visibles les dones o discriminen? Com afecten el llenguatge aquests canvis i com poden acabar deformant la gramàtica? En parlem amb la filòloga Maria Carme Junyent, coordinadora del llibre ‘Visibilitzar o marcar. Repensar el gènere en la llengua catalana‘, que recull les intervencions i les anàlisis d’una dotzena de professionals durant un jornada organitzada l’any 2010 pel Grup d’Estudi de Llengües Amenaçades. Junyent diu que tot plegat sorgeix de la confusió entre els conceptes de sexe –que és un tret biològic dels éssers vius– i gènere –categoria gramatical que afecta el substantiu i en determina les concordances–. Una confusió i una voluntat de donar més presència a les dones que no ha tingut en compte el funcionament de la llengua i que en certa manera l’ha pervertida.

Junyent recorda com va anar aquella jornada: ‘Va sorgir quan vam veure imprès el títol d’un curs que fèiem el grup d’Estudis de Llengües Amenaçades, on havien canviat “alumnes” per “alumnat”. Em van dir que no hi podia fer res, que era norma. Ara havien de sortir textos meus que contradeien allò que jo havia defensat tota la vida? Vaig decidir de fer una jornada per parlar-ne. Vaig comentar-ho amb la gent i vaig tenir una gran sorpresa en veure que tothom estava d’acord amb mi, però que ningú no s’atrevia a dir-ho. Realment, era la versió més crua del vestit nou de l’emperador: tothom veu que va despullat però ningú no gosa dir-ho. Les negociacions també van ser dures, perquè és molt difícil de rectificar en públic, però vam aconseguir el consens, i d’aquí en va sortir un grup de treball, en què jo no vaig participar, i un document plenament vigent (“Acords per a l’ús no sexista del llenguatge”) que ve a dir que si escrius “els barcelonins” ja s’hi han de considerar incloses les barcelonines. En aquests tres anys s’ha notat el canvi.’

Dieu que quan va començar el moviment feminista vam agafar l’exemple de la llengua anglesa, que no té gènere, i que això ens ha conduït a deformar la gramàtica…
—Com que l’anglès no té gènere, l’han de marcar per poder saber si fan referència a un home o una dona. Aquí vam agafar aquesta teoria, sense tenir en compte que el català, i en general les llengües romàniques, sí que tenen gènere. I per tant nosaltres sí que podem diferenciar. Durant tots aquests anys, s’ha anat embolicant la troca i això també ha portat a la ridiculització del moviment feminista, perquè jugant amb la gramàtica han sortit coses molt absurdes. Era qüestió de visibilitzar, no pas de tocar la gramàtica. Jo aleshores havia fet uns quants articles oposant-m’hi, que van passar desapercebuts. Fins que va arribar el punt que això va passar a ser llei, i que tots els documents oficials havien d’anar escrits d’aquesta manera.

Era una manera de donar visibilitat a les dones a través del llenguatge. 
—Es van creure aquestes teories i van voler implementar-les aquí, amb totes les conseqüències i cada vegada amb històries més delirants. Com apareix al llibre, van ser a punt d’aprovar una llei parlant de ‘persones adolescents’ i ‘persones infants’. Puc compartir-ne la intenció, però això no té gens de sentit! Potser el meu problema és que sóc lingüista.

Justament per això parlem amb vós. Expliqueu-nos-ho…
—Quan desdobles i d’un masculí en fas un femení, no sempre dónes la ‘versió dona’ de la paraula. I et pots trobar sorpreses desagradables, com ara ‘minyó-minyona’, ‘infant-infanta’ o el més emblemàtic, ‘home públic – dona pública’. Sovint, quan es desdobla, les dones hi sortim perdent. Això fins i tot les feministes primeres ho deien: ‘El gènere és una arma carregada.’ Aquesta no podia ser l’estratègia.

Quina ha de ser l’estratègia?
—Hi ha molts usos que es poden canviar, que afecten el lèxic, no la gramàtica. I sobretot s’ha de tenir en compte que les gramàtiques són com són, al marge de les voluntats dels parlants. Ningú no es pot inventar una gramàtica, ni tan sols una acadèmia. Aquesta arrogància és el fet que menys s’entén. Suposar que per voluntat es pot canviar la gramàtica: això sí que és totalitari.

Al llibre es recorda unes quantes vegades que en català, per l’evolució que ha tingut la llengua, el masculí és la forma no marcada i el femení la marcada. 
—Això sempre ho comentava amb en Joan Solà. I li deia: ‘Si el masculí i el femení, en comptes de dir-se així, es diguessin “gènere A” i “gènere B”, aquest debat no l’hauríem tingut mai.’ Perquè hi ha moltes maneres de classificar els substantius. Hi ha llengües que divideixen entre animats i inanimats, unes altres entre humans i no humans, i unes que tenen una vintena de gèneres diferents. Cadascuna ho fa a la seva manera. I en un parell de casos el gènere no marcat de la llengua és el femení, i això no té res a veure amb el comportament ni amb la visibilització; són societats tan masclistes com la nostra. Atacàvem una cosa que realment no tenia res a veure amb la situació de la dona.

Llavors no esteu d’acord amb Albert Pla Nualart, que diu que el fet que el terme no marcat sigui el masculí i el marcat el femení és el reflex en la llengua de molts segles de cultura patriarcal?
—No. En absolut.

Tot seguit ho compara amb les expressions relatives a la religiositat del nostre llenguatge, i diu que de la mateixa manera que això no ens fa mantenir la fe, l’ús del masculí genèric no fa ni més feministes ni menys els qui el fan servir.
—La diferència és que aquestes expressions religioses no toquen la gramàtica. La marcació afecta el sistema de la llengua, i imposa unes jerarquies. Si una llengua té un terme per a ‘verd’ també en té un per a ‘vermell’. La llengua funciona així. No ens pot passar pel cap de treure el vermell, és impensable. Però, en certa manera, amb les duplicacions i la pretensió de marcar més el gènere s’ha fet això.

Com ho fem per visibilitzar les dones en el llenguatge, doncs? O creieu que no cal? 
—La dona hi ha de ser. I si hi és, ja la veurem tots. És això, que s’ha de canviar de la societat. I la llengua ja seguirà el canvi, si és que n’hi ha d’haver cap.

Al llibre també apareix més d’una vegada la reflexió que canviant el llenguatge es pot canviar la realitat… 
—Si això fos possible!

Hi pot influir?
—Totes les llengües canvien sempre, contínuament, però de manera que les generacions es puguin comunicar. Això ja imposa unes restriccions. La llengua pot reflectir molt el món i la societat en què es parla. Si aquest món o aquesta societat canvien, la llengua s’hi va adaptant, perquè és un sistema molt flexible i es pot adaptar a qualsevol situació. Però que algú em digui un cas en què canviant la llengua s’hagi canviat la societat. No en conec cap.

Un dels contexts en què es fa servir més el desdoblament és a les escoles, i per això ara voleu fer xerrades a les universitats on formen els mestres.
—No sé si ens en sortirem, però si més no farem que els arribi la informació. Això ha fet mal en el món de l’ensenyament. Alguns mestres ja expliquen que quan diuen ‘Els nens que hagin acabat els deures ja poden anar al pati’, les nenes que els han acabat no s’aixequen perquè no se senten al·ludides.

I com els convenceríeu, aquests mestres?
—D’entrada, miro de fer-los veure que aquest plantejament és absolutament eurocèntric. En llengües romàniques això només s’ha fet en català, castellà i ara veig que també hi cauen els del gallec. Ni portuguès, ni italià, ni francès, ni romanès, ni cap altra llengua. Això sol ja és per a fer-s’ho mirar. Però sobretot cal fer entendre que la llengua funciona així, que no té sentit que nosaltres la vulguem controlar.

A banda els desdoblaments, hi ha gent i col·lectius que van un pas més enllà i fan servir el plural femení com a genèric, perquè diuen que volen evitar un llenguatge androcèntric. Com ho veieu, això?
—És no entendre com funciona el llenguatge. Però mira, un exemple que vaig trobar aquest cap de setmana preparant les xerrades: en David Fernàndez, en aquella intervenció impactant al parlament amb els directius de Caixa Penedès, va dir ‘diputats imputats’. Ell sabia que si hagués dit ‘diputats i diputades’ o ‘diputades’ directament hauria perdut la contundència que podia tenir. Ho sap perquè ho fa servir. Era conscient que si en aquell moment hagués desdoblat i hagués fet el numeret del femení no hauria dit la mateixa cosa ni l’haurien pres seriosament. Aquest joc amb la llengua porta a acabar ridiculitzant les dones. Em sap greu que, en general, sigui l’esquerra que s’hagi apuntat a aquesta bestiesa.

De nou, aquí, la intenció és bona. 
—Sé que ho fan amb bona intenció. Tinc molts ex-alumnes que són de la CUP, i cada vegada que me’n trobo algun els ho dic. I tots em diuen que estan d’acord amb mi, però que no se’n surten! No convencen la resta, però crec que hi haurien de reflexionar. No fan cap favor a les dones, i segurament entrebanquen més l’arribada del missatge.

Cap on hauríem d’anar, doncs? Tornem enrere i abandonem els desdoblaments? Cerquem un equilibri?
—La meva opinió, que ni tan sols és la del document de conclusions, és deixar les coses com estaven, perquè tots ja ens anem adaptant als canvis.

Es tracta, doncs, de fer servir el sentit comú?
—És senzillament sentit comú, i punt. Si funcionés, ja no necessitaríem res més. I que no argumentin que això va a favor de les dones, si us plau, que ens deixin tranquil·les. El que cal és que facin unes altres coses. No cal que les diguin, ens conformem que les facin.

Al llibre apareix el vostre nom i al costat hi diu ‘editor’, en comptes de ‘editora’. Em va sorprendre. 
—Ja ho sé, volia això. I quan vam fer les jornades em vaig posar ‘director’, i em van rondinar des de la taula.

Això tampoc no cal! Ho feu per provocar… 
—Clarament. És com dir que jo no seré editora fins que abans no em deixin ser editor. Però el raonament és que jo faig una feina, i a la gent què li importa si sóc un home o una dona? Perquè una altra qüestió d’aquest debat és que als homes que s’hi han ficat, els han destrossat. A en Gabriel Bibiloni li han dit de tot. I sí, això és una provocació. Perquè la gent suposa que això ho fan els bons i a mi em situen a la banda dels bons. Però jo vull que s’acabi aquesta comèdia.


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nov. 12 2013

Algunes propostes

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En aquest vídeo hi ha propostes per evitar el llenguatge no sexista en castellà, moltes d’elles aplicables també al català.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=0gEhB_S3Wlo[/youtube]

 


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maig 31 2013

Traduccions automàtiques i llenguatge sexista

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Google Translate i els grans sistemes de traducció automàtica ofereixen resultats amb un clar biaix sexista.

2013-05-28
CO.LABS
Google Translate’s Gender Problem (And Bing Translate’s, And Systran’s…)Google Translate and other popular translation platforms often provide unintentionally sexist translations where, among other things, doctors are men and teachers are women. The reason why has to do with a complex mix of algorithms, linguistics, and source materials.

https://www.fastcolabs.com/3010223/google-translates-gender-problem-and-bing-translates-and-systrans


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maig 31 2013

Llenguatge no sexista en els textos institucionals en anglès

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L’Interuniversity Style Guide per a textos institucionals en anglès, que acaba de publicar la Xarxa Vives d’universitats, compta amb unes pàgines dedicades al llenguatge no sexista (pàg. 76-82). Les pàgines aborden i aporten solucions per als aspectes més freqüents i rellevants dels possibles usos sexistes de la llengua.

– Els pronoms de tercera persona.

– Noms de professions càrrecs i places no marcats.

– L’ús de Mr. Mrs. i Ms.

– Mots problemàtics.


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gen. 22 2013

El tractament de vós

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Aquest és el tractament recomanat per al llenguatge administratiu català. Entre altres avantatges, ens permet evitar el llenguatge sexista.

“Deixem clar a qui adrecem el missatge: els tractaments personals (II)

El tractament personal de segona persona en el llenguatge administratiu català és el de vós. Aquesta opció comporta tot un seguit d’avantatges, que es recullen en el paràgraf que us reproduïm a continuació. Està extret del Manual de llenguatge administratiu de C. Duarte, À. Alsina i S. Sibina, i és consultable al web del Servei Lingüístic de l’IDESCAT:

[Consulta: 9 de juliol de 2008] “[…] la decisió d’adoptar el vós com a forma general es va prendre pels avantatges que comportava sobre el tractament de vostè:

a) Evita les ambigüitats que es poden produir amb l’ús de vostè quan el redactor usa la 3a persona per referir-se a si mateix.

b) Evita la necessitat de distingir entre homes i dones (p. ex., saludar-vos, en lloc de saludarlo/ la).

c) No té el to distant i sever del tractament de vostè, que no és el més adequat per a les relacions administratives.

d) Es recupera el tractament tradicional en català per a aquest tipus de funcions.” Comprovem-ho amb uns quants exemples:

En comptes de                                                   És preferible

Li escrivim per informar-lo/la que…       Us escrivim per informar-vos que…

Em plau convidar-lo/la a la recepció        Em plau convidar-vos a la recepció

No fumi / No fumar                                           No fumeu

Tanqui la porta / Tancar la porta                Tanqueu la porta

Val la pena destacar una curiositat:  oi que avui ens sembla més formal el tractament de vós que el de vostè? Doncs ens equivoquem! Fins a principi del segle XX, el tractament de vós era l’habitual en català entre desconeguts, però també entre coneguts, companys i parents. El tractament de vostè es reservava per a ocasions de formalitat extrema i el de tu quedava reduït a la parella, els fills i les amistats més íntimes.

     Ajuntament de Tarragona, Servei de Política Lingüística, Apunts de llengua, n. 8, 2008.

 

Alguns exemples de textos millorables:

Invitació de GAESCO

Invitació a Girona

Carta de petició de suport de Greenpeace


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gen. 21 2013

Benvingudes, benvinguts,

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Des de Reus, una visualització del llenguatge no sexista.

Llenguatge no sexista Cambrils

 Guia visual des de l’Ajuntament de Cambrils


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oct. 16 2012

Un gran exemple de llenguatge sexista

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Des de la lluna

I més casos:

                                                       


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oct. 03 2012

Dos articles molt interessants amb punts de vista ben diferents

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“Las palabras y el poder”, de Carlos Lomas

“No permita que el sexo de los árboles le impida ver el género del bosque”, de José Luis Mendívil Giró


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