Resum: |
'Europa será multilingüe o no será' es uno de los lemas con los que se clausuró en el 2001 el año Europeo de las lenguas. La diversidad lingüística y cultural de la nueva Europa se identificaba como un distintivo único, una riqueza social clave para conseguir avanzar hacia una Europa de las lenguas y del conocimiento. En el plano individual, el acceso democrático a la competencia en varias lenguas debía permitirnos disfrutar de la movilidad sellada con los acuerdos de Schengen. Movilidad que se planteaba no sólo entre estudiantes y profesionales de los países europeos, sino también de las comunidades desplazadas hacia estos países con sus lenguas y culturas. Esto sucedía unos años más tarde de la publicación en el año 1995 del Libro Blanco de la Educación y la Formación, en el que se conciben las lenguas como un vehículo para la integración europea. Asimismo, un año antes había tenido lugar la cumbre de Lisboa en la que se habían aprobado los objetivos 2010 para la educación, planteando la fórmula 1+2 para el conocimiento de lenguas y una estrategia para el multilingüismo. En las comunidades con dos lenguas, la fórmula se convierte en 2+2, las dos primeras más otras dos. Según dicha fórmula, los estados miembros deben promover y garantizar la competencia lingüística adecuada en dos lenguas además de la propia: ya sea una lengua internacional, como el inglés, o bien la lengua de los países vecinos o de otras autonomías del estado, o la lengua de comunidades recién llegadas al país, o bien una lengua 'personally adopted language' PAL recomendado por el recién documento del Grupo de Intelectuales para el Diálogo Intercultural encabezado por Amin Mahlouf. La estrategia para el multilingüismo se propone con un objetivo lingüístico, avalado por la psicolingüística, educativo y político. Consiste en fomentar el conocimiento de lenguas desde edades tempranas y a lo largo de la vida. Con ello también se propicia el contacto entre culturas y la nueva perspectiva europea sobre la movilidad y el intercambio. Para lograrlo se proponen enfoques interdisciplinares que integran las lenguas y la enseñanza de contenidos. Estamos hablando de un enfoque europeo específico, el CLIL, el EMILE, o el EICLE, nuclear en la estrategia multilingüe. Del Consejo de Europa, motor de iniciativas en materia de lenguas ya desde los años 80, en ocasión del gran cambio experimentado a raíz de los enfoques comunicativos y el trabajo sobre los niveles umbral, llegan dos instrumentos pedagógicos claves: el Portfolio europeo de lenguas (PEL) y el Marco Europeo Común de Referencia (MECR). En nuestro entorno, esta nueva situación representa una gran ocasión para establecer políticas lingüísticas innovadoras en el sector educativo, desde la educación primaria a la universidad. En Cataluña, modelo de política lingüística en los años 80, con la normalización del catalán, una estrategia multilingüe propia nos permite capitalizar aquella experiencia, que ya integraba lenguas y contenidos, y, desde el papel central del catalán, aplicarla a dos nuevos objetivos: otras lenguas de llegada, las extranjeras no habladas en nuestro entorno, y otras lenguas de partida, las recién llegadas a nuestro entorno. Con la misma firmeza que entonces se puede avanzar hacia el multilingüismo, algo no por diferente menos complejo. |